bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 29 de noviembre de 2009

sin almendritas

Que mala época para adelgazar es esta que se nos viene encima. En casi todas las casas hay ya productos navideños. Que si los polvorones, que si las bolitas de coco, etc. Además aquellos que somos profesores nos vemos obligados a comprarles a los alumnos un lote de productos d que venden para conseguir dinero para las excursiones. Y claro luego no los va a tirar. Te los comes, despacio, pero te los comes.
Y así poco a poco vas engordando. Un día 200 gramos, otro 300. Y se te pone el cuerpo como una bolita de coco .
Hablando de productos navideños, me viene a la mente la tía de una amiga mía que era muy golosa y todo lo que caía en sus manos se lo zampaba. Un día de estos de Navidad, al llegar a su casa se encontró con un platito de almendras sobre la mesa del salón. Sin pensárselo mucho se las tragó en un momento. Cuando llego su hija le preguntó que si había más almendras como las que había comido, pues estaban muy jugosillas. Cuál sería su sorpresa al comprobar que las almendras que había consumido con tantas ansias procedían del turrón de la abuela.
Bueno más bien me explico. Como la abuela era una señora mayor, ya casi sin dientes, y a la cual le encantaba el turrón de Jijona, la buena mujer lo que hacía es chupar el turrón y dejar a un lado las almendritas. Desde entonces el turrón para nuestra protagonista le resultó duro de tragar.

sábado, 28 de noviembre de 2009

sábado, 21 de noviembre de 2009

el desayuno


Acabo de desayunar. Para mi es la mejor comida del día, la que tomo con mas ansia y la que más me satisface. Un buen cafelito con leche, un moyetito tostadito y un buen chorreón de aceite de oliva. ¡Que delicia!

En el pueblo de Posadas, villa de Córdoba, hay una cafetería que te ponen unos desayunos tal y como lo he descrito anteriormente, pero acompañado de trocitos muy menuillos de jamón serrano. Vaya impresión que te da, cuando extiende todo el jamoncito sobre la tostada y lo riegas con un chorreoncito de aceite de oliva. ¡Manjar para los dioses!

Que chocante es cuando sales de Andalucía, no encontrarte ese riquísimo tentempié. Si vas a Madrid, solo encuentras pan de molde por todos los lados, y si pides porras, hace varias horas que están hechas. En otros sitios es imposible encontrar una buena tostada para desayunar. Solo hay pasteles y croissant, que cosas más sosas para saborear por la mañana.

En mi pueblo era costumbre comprar por la mañana churros y acompañar el desayuno con estos. Aunque allí nunca los llamamos churros. Bueno ahora sí, por defecto de la globalización y su pobreza lingüística. En mi pueblo a los churros toda la vida lo han llamado jeringos. Incluso el que los vendía ,hace tiempo fue novillero, y su apodo era el del Jeringuero.

No conozco una comida que tenga más nombre que esta. Desde el globalmente aceptado churro, hasta el loreño jeringo, luego también en otras zonas de Andalucía se llaman tejeringos. El más técnico y soso de todo es el de masa frita. ¡Vamos que con solo nombrarlo se te quitan las ganas de comerlos! El más expresivo es el de calentitos.

Yo los churros, los calentitos, los jeringos más bueno los tomaba cuando era pequeño. Justamente al lado de mi escuela, una amable señora vendía unos redondos y sabrosos jeringos. Eran ruedas pequeñitas, atados por cordones de juncos. Recuerdo como mi abuela me los llevaba en el recreo, y desde entonces desayunar con jeringo me ha parecido algo muy entrañable.

viernes, 13 de noviembre de 2009

A pesar de todo seguimos siendo humanos


Ayer, ya por la tarde, cuando me encontraba en Sevilla, decidí salir a recorrerla. Estoy demasiado gordito y necesito hacer algo de ejercicio, además quería volver a los sitios donde alguna vez amé la vida.

En primer lugar me dirigí a una librería. Compré el libro “el Guión de McGee”, estoy haciendo un curso sobre guiones de cortos y no quiero quedar como el último de la clase. A continuación, me deje llevar por mis recuerdos. Visité mi querida plaza del Salvador, me sumí en las callejuelas de Santa Cruz. Y comprendí que aunque es un barrio que tenga vida, esta solo es digna para una postal.

A continuación entre en la catedral, tras contemplar la Giralda. Allícentenas de personas, “mentes pías y puras” entonaban una canción a un exagerado ente imaginado. Aunque me pareció una locura, no dejo de reconocer que era hermoso su canto..

Tras esto recorrí varios sitios donde el buen recuerdo me inundaba. Reconozco que alguna cervecita tomé, pero no diré cuantas, no vaya a ser que un alumno malange, me ponga de mote el litrona. Sevilla bullía, se reencontraba consigo mismo. Las calles inundadas de vida invitaban a tal placer, vivir

Al cabo de varias horas, y ya cansado decidí regresar a mi casa. Cuando al intentar cruzar un semáforo, y que este me lo permitiera políticamente correcto , escuche esta conversación.

El grupo lo formaban varios alumnos ya en la universidad y comentaban entre ellos como le iba el encuentro con esta

1º universitario. ¡Quillo!. Pues yo no he notado casi nada el cambio. En mi clase tenemos un compañero que es idéntico al Napia. ¿Te acuerdas de él?. Aquel que estaba en nuestra clase y tenía una nariz de metro y medio.

2º universitario-¡Ah si!. Pues en mi clase hay una tía que esta buena, buena. Suele llevar una faldita que le llega por aquí. Mientras ,este personaje señalaba un lugar más alto que su rodilla. A continuación exclamó: ¡Le decimos la guarri ¡

De pronto se puso el semáforo en verde, y a los pocos minutos ya estaba en mi casa. Desde allí me acordaba lo hermosa que había visto a Sevilla esta tarde, lo sublime que fue escuchar un canto en la catedral, lo recóndito que es el barrio de Santa Cruz, y lo guena que están sus pringaitas.

El sueño ya se apoderaba de mí, y decidí acostarme. Antes de dormir, antes de volver a soñar, a pesar de la majestuosa tarde , en mi solo quedaba una pregunta muy humana. ¿Cuánto de cortita sería la falda de la guarri?

sábado, 7 de noviembre de 2009

la sesión infantil


Cuando yo era pequeño era usual en mi pueblo, el domingo a las cuatro de la tarde proyectarse una sesión infantil de cine. Enormes eran las colas que se formaban alrededor del viejo cine Goya. Los niños se peleaban por ser los primeros en entrar.
Mientras, en los alrededores, se concentraban numerosos vendedores de golosinas. Me viene al recuerdo, sobre todo, la señora que vendía unas enormes manzanas recubiertas de caramelos, rojas, rojas como la de Blancanieves. Esta misma señora era la que en otros días de la semana vendía castañas asadas cerca del mercado de abasto. Siempre admiré como se sobreponía a todos los accidentes climatológicos. Ni la lluvia, ni el viendo impedía que la buena señora acudiera a su cita diaria.
Cuando abrían las puertas del cine, los niños se peleaban por entrar los primeros. Una inmensa algarabía de críos se entrecruzaban, gritaban y corrían en dirección a la pantalla cual toros en los San Fermín es. Y aunque parezca extraño todos pretendían ocupar la primera fila.
Normalmente la película era de vaquero o de romanos. Y cuando la escena se animaba por una elevada acción, era usual que los críos acompañaran con palmas y zapatazos el perseguir del 7º de caballería a los indios. Esta escena me lleva a recordar a otra parecida de una de mis mejores películas, Cinema Paradiso.
De vez en cuando, y gracia o desgracias a la tecnología, la película se desenfocaba o se paraba en algún encuadre. Y todos en coro, gritaban fuertemente a la vez: “Bizco”. Es así como llamaban al encargado de proyectar el film , por no tener precisamente una hermosa mirada. Y el bizco como gran profesional que era, arreglaba al momento el desaguisado y las palmas, los aplausos y los zapatazos volvían a inundar la sesión infantil del domingo. Cine de magia, tiempo de imaginación

Dibuja con perspectiva

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