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Hoy se acaba la feria de Sevilla, y aún ni la he pisado. Por ahora no tengo intención de hacerlo, porque es más difícil entrar en una caseta que te toque la lotería. Aunque la delegada de fiesta sevillana diga que la feria de Sevilla no es un coto cerrado, porque cada uno tiene un primo, un hermano o un amigo que posee una caseta y te invita allí. Pues no sé si será que tengo pocos familiares, pero yo a veces que ido, y me he dedicado a dar vueltas y vueltas por el reciento ferial y no me encontrado a ningún pariente que me invite a su caseta.¿ O la delegada de fiesta pertenece a una familia muy numerosa o hizo estas declaraciones después de jartarse de rebujito?.
Puesto así la historia, me imagino la cantidad de amigos que tendrán los noruegos, alemanes y albanos que se dejan caer por aqui. Supongo que llegará el susodicho alemán al recinto ferial y preguntará en el puesto de información. ¡Oiga , por favor!. ¿Me pueden decir en que caseta se encuentran mis amigos?.Y una señorita elegantemente vestida de flamenca le indicará amablemente al lugar donde debe dirigirse. ¡Eso sí que es información!.
Claro que reconozco que la feria es bonita, estéticamente hermosa. Con sus farolillos, su noria y sus puestos de turrón. Aunque yo ya me he cansado de ver durante muchos años, miles y miles de farolillos, y mira yo ya no estoy para andarme varios kilómetros y ver un puñado de objetos redondos suspendidos.
En fin, prefiero quedarme aquí en mi casita tranquilo, y que la delegada lleve un puñado mas de familiares. Que luego dicen que en la feria no cabe ni un alfiler, y no vaya a ser que por ir yo, la susodicha eminencia no pueda dejar entrar en su caseta a su primo lejano de Cuenca.