¡Que bonito es un sábado por la mañana! Si esta soleado y fresquito, mejor que mejor. En el sábado no tienes que poner el despertador para que te avise y tampoco te quema la angustia del domingo por la tarde, pensando que el lunes tienes que volver al trabajo .¿ Que tendrá o que no tendrá el trabajo que cuesta tanto retornar a él?
¡Que bonito un sábado al mediodía en plaza sevillana del Salvador! Viendo como las gentes se divierten y dialogan. Como se reencuentran los amigos. Y que placer más simple el de comerte un cartucho de papas fritas con una cervecita fresquita, fresquita. Y en la gaditana plaza Mina. ¿No es precioso un sábado al mediodía ?
Aunque bonito eran los sábados de mi niñez, por la mañana a jugar. ¿Y por la tarde? El gran festín del televisor, para una vez que no cortaban la emisión por la tarde. La hora buena comenzaba después del telediario. ¿Quién no recuerda a Mazinger Z? .Aquella Afrodita que se dejaba los pechos por su eterno amor de hojalata. ¿Y Heidi? Y que pechá de llorar con Marcos.
Después de los dibujitos, la película. Da igual de lo que fuera. De indios, de romanos, etc. Los críos somos poco selectivos para eso. Casi todo nos gustaba.
Ya en la adolescencia después de la peli venía Aplauso, que nos enseñaba como ser un “travolta”.
A casi todo el mundo que conozco le ha gustado el sábado. Digo casi, porque a mi abuelo le espantaba. Es el día que más temía.
Me abuelo se llevó varios años postrado en la cama, motivado por una enfermedad respiratoria. El pensaba que se moriría en sábado. Y cuando ya estaba bastante enfermo y llegaba el sábado, se echaba a temblar, se aterrorizaba pensado que se moriría. Acababa este nombrado día y retornaba a la normalidad, si normalidad hay para un enfermo crónica. Desgraciadamente acertó en sus predicciones. Un sábado cualquiera se lo llevó.