bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 25 de septiembre de 2011

La primera hipnosis (dejar de fumar 2)


Como prometí continúo explicando cómo dejé de fumar. En el anterior capítulo relataba como intente inscribirme en un centro de hipnosis que había en el Aljarafe sevillano. El problema que existía en este centro es que había que esperar unos 5 meses para asistir a consulta. A mí me pareció excesivo el periodo de espera, sobretodo porque seguro que se me quitaban las ganas. Así que me decidí a buscar otro centro, y para ello recurrí a internet.


En esta búsqueda apareció una doctora gaditana, pero que solía acudir un día a la semana a un pueblo de Sevilla cercano a la capital, e incluso era más barata y la terapia era individual, pues la otra la realizaba por grupo. Me pareció bien y concreté una cita para dentro de dos semanas. Mientras tanto me dijo que siguiera mi vida normal, fumando tal como fumaba y sin plantearme nada más.

Pasadas las dos semanas acudí a la consulta. Era una chica de unos 40 años, agradable y con bastante desparpajo. Tras entrar en la consulta, me hizo sentarme frente a ella. A partir de aquí comenzó el tratamiento. A lo primero que se dedicó la doctora fue a entrevistarme para saber cuántos cigarros fumaba al día, donde solía fumar más a menudo, cual era la razón por la que fumaba, desde cuando la hacía y algunas cuestiones más de ese tipo. Tras esto me explicó que a continuación pasaríamos a la hipnosis, pero antes me recomendó que saliera a la calle a fumarme mi último cigarro.

Esto lo hice inmediatamente, pues si de algo tenía ganas, era de fumar. Me fumé este cigarro con un ansia desesperada, hasta no dejar un solo milímetro sin encender. Pero en el fondo no me creía que fuera el último pitillo de mi vida.

Volví a penetrar en la consulta y esta vez la doctora me indicó que me tumbara sobre una camilla. Tras estar tumbado me recomendó que juntaras las manos y pusiera los brazos en vertical. Poco a poco, ella con voz suave comenzó a contar. A hablar con una voz melosa, como si fuera otra persona. He de reconocer que en el fondo me provocaba risa.

A los pocos segundos, conecto un reloj el cual tenía muy marcado el paso de los segundo. Tic-tac, tic-tac. A todo esto, la doctora con su voz melosa, exclamando: ¡Reláaajate, reláaajate! Tal como lo escribo, acentuando mucho la a. Aunque yo poco a poco me iba relajando y bajando los brazos, aún no se me terminaba de ir la risa interior. Hasta tal punto que me preguntaba que si no estaba haciendo el gilipolla allí.

Tras un cuarto de hora de relaaajate, relaaajate. La doctora se acercó hacia mí y me iluminó con una pequeña linterna. ¡Mírala fijamente! Me dijo. Y vuelta al relaajate, relaaajate.

Así, hasta casi una hora, Y yo en el fondo pensando en mi cartera, pues la había dejado en el chaquetón que tenía en otra silla, y no vaya a ser que con tanto relajo la doctora aproveche la ocasión para arrimarse algo de pasta. ¡Que mal pensado! Pero que le vamos hacer si no se me quitaba eso de la cabeza.

Cuando ya la doctora creyó que estaba relajado, comenzó a hablarme del tabaco.

Decía más o menos así: ¡Has decidido dejar de fumar y lo vas a conseguir! ¡El tabaco es un vicio asqueroso (aquí me entraba la risa)! ¡No quieres oler mas como un cenicero! Vaya como se estaba poniendo la cosa.

¡El tabaco es muy perjudicial para la salud! ¡Ese vicio asqueroso lo vas a abandonar (otra vez la risa)! Así, una y otra vez. Vamos que entraba ganas de decirle: ¿No es usted un poco pesadita? Tras una media hora con esta tarara, por fin decidió terminar la sesión. Supongo que me deshipnotiza y ya está. Ya no eres fumador. ¡Bueno si tú lo dices! Me dije para mí.

En fin, le pagué, esta vez unos 180 euros. Por cierto con estos 180, tenía derecho a dos sesiones más, por si fallaban las anteriores, siempre mientras fueran dentro de un periodo de un año. Tras pagarle me despedí, ella me dijo que dentro de un par de día me llamaría por teléfono a ver cómo iba todo. Tomé dirección hasta mi automóvil y en el camino tiré mi último paquete de tabaco. Por lo menos en teoría.

Con esto acabo el segundo relato de cómo dejé de fumar. Ya continuaré, no lo voy a dejar a medias. Lo que sí quiero aclarar, porque casi todo el mundo me lo pregunta, es que en esta hipnosis, al menos, no te duermen del todo, y por supuesto, no duele, ni nada de eso. ¡Ah! ¿Qué si funciona? Yo, por lo menos, en el día de hoy llevo dos meses sin fumar. Pero como verán en los próximos capítulos todo no fue tan fácil.

sábado, 17 de septiembre de 2011

cuidado con las nuevas tecnologías


Ayer me llamó por teléfono un antiguo compañero de trabajo, y me estuvo comentando una anécdota que me pareció sumamente simpática y que demuestra que los nuevos avances de las ciencias no solo nos ayudan a evolucionar, sino que también nos pueden meter en algún que otro problemilla de comunicación.


El buen hombre comenzó por relatarme lo contento que estaba en su nuevo centro, lo simpático que eran sus nuevos compañeros y lo hermoso que era el lugar. También me comentó que ya comparte el coche con otro compañero, para poder trasladarse de su lugar de residencia a su lugar de trabajo.

Precisamente la anécdota que os voy a contar surgió cuando se encontraba al volante de su coche y con la compañía de su camarada de automóvil. Resulta, que como tenía poca gasolina decidió pararse en una estación de servicio para repostar. Anteriormente de llegar a este lugar había oído que a su móvil había llegado un mensaje de texto .

Aprovechando este momento de parada decidió leer el mensaje. Y cuál sería su sorpresa al comprobar que el texto más o menos era así:”Agáchate, que te voy a limpiar el culo”.

Su expresión cambió de momento, pero como tenía prisa no pudo ver con detalle quien le había enviado el mensaje. Sentado delante del volante y dispuesto a regresar a su casa le comento a su compañero: “He recibido un mensaje algo extraño en el móvil”. Viendo que el otro no le hacía demasiado caso, pues tenía más sueño que ganas de hablar, decidió no continuar la conversación. Aunque eso no le impidió que mientras conducía se dedicara a pensar quien le habría podido enviar ese grosero texto.

Como mi compañero era tan susceptible lo primero que pensó que había sido uno de los compañeros del centro nuevo, pues esa misma mañana habían anotado todos los profesores en una ficha los números de sus teléfono, ficha que estaba a la vista de todo. El disgustado conductor pensó: ¡Ea, ya me ha cogido manía alguien en el centro nuevo!

Como todavía quedaba unos cuantos kilómetros hasta su lugar de residencia todavía le dio por pensar en otras posibilidades. Que si había sido una antiguo compañero del grupo de teatro, que si había podido ser un viejo alumno, etc.

Tras varios largos kilómetro por fin llegó a su casa. Ahora completamente solo y con tranquilidad leería con detalle el mensaje. Este textualmente decía así: “Esta todo. Mira___.Esta. Agáchate que te voy a limpiar el culito __________que no “.

¡Vaya tela de mensaje! Y la sorpresa fue aun más mayúscula cuando vio quien se lo había enviado. El número lo delataba claramente. Era uno de sus mejores amigos.

Este dato por una parte le tranquilizó y por otra le preocupó. Desde luego este texto no era propio de su amigo. Pensó que quizás se hubiera enfadado con él por algún motivo, o lo más seguro que algún alumno le hubiera cogido el móvil a su amigo y hubiera escrito el mensaje. Lo mejor de todas maneras para resolver las dudas era llamar a su amigo y así lo hizo.

Tras varios toques de llamada al otro lado del teléfono apareció la voz inconfundible de su colega. Inmediatamente se dirigió a él con estas palas. ¡Oye tú!. ¿Pero tú qué tipo de mensajes me envías?. ¿Qué te pasa hoy? ¿Estas borracho o qué?

El amigo con estas palabras también se vio sorprendido, tras esto nuestro protagonista le narró el suceso y le transcribió el texto palabra, por palabra.

¡Pero si yo ni te he llamado!. Le dijo su amigo. Tras continuar charlando, el que había enviado el mensaje comprobó en su celular que efectivamente si lo había realizado.

Por lo visto a esa misma hora había acudido a recoger a su pequeña hija, una simpática y guapa niñita oriental, a la guardería, y mientras hacía esto a la niña le surgió una imperiosa necesidad de cagar, con tan mala suerte que mientras le decía que le iba a limpiar el culo, un dispositivo extraño de su móvil se había activado, convirtiendo la conversación en texto y enviándola a la última persona con quien había hablado.

La suerte que tuvo el chaval es que al fin y al cabo se la mandó a alguien de confianza. Pues figuraros lo que hubiera sucedido si ese mismo mensaje es enviado a su jefe. En fin tener cuidado con las nuevas tecnología porque os puede meter en una buena cagada

sábado, 10 de septiembre de 2011

Réquiem por una foto (dejar de fumar 1)



Hace más de un año, charlando con mi amiga Natalia, me comentó que se encontraba desanimada porque una compañera de trabajo había vuelto a fumar. ¿Cómo que había vuelto a fumar? ¿Y antes? Por lo visto la muchacha años antes, en concreto tres, se había sometido a un tratamiento de hipnosis para dejar esta costumbre, y hasta entonces lo había conseguido. Para mi amiga su compañera era una heroína, y por eso ahora todo su mito se había derrumbado.


Profundizando más en el tema, me comento que la chica acudió a un tratamiento de hipnosis, y mediante una charla dejó automáticamente de fumar. Sin ningún tipo de ansiedad con respecto al tabaco continuó su vida durante ese tiempo. Hasta que un momento determinado decidió fumarse un cigarrito, y tras este, en los días sucesivos vinieron otros y otros, hasta conseguir la misma cantidad de consumo que en años anteriores.

A pesar de que mi amiga estuviera desanimada por la actitud de su compañera, para mi aquella historia me pareció el triunfo de un batalla enorme, batalla que no guerra. Estar tres años sin fumar suponía bastante tiempo de salud.

Le pregunte cuanto le había costado el tratamiento. Y me que contestó que unos 200 euros, en un centro del Aljarafe de Sevilla. Inmediatamente comencé a ejercer de calculadora. Me dije, tú te fumas alrededor de un paquete de tabaco al día, que aproximadamente cuesta unos 3 euros 25, por lo tanto esto multiplicado por 365 días al año, si es bisiesto un paquete más. En total son, y ahora voy por la calculadora, unos 1.186,25 euros. Que traducido a ilusión podría ser un buen viaje a Cuba o una estupenda máquina de fotos. A demás esta cifra había que multiplicarla por tres, pues tres son en los años que dejó de fumar. En total se había gastado en ese tiempo 3558,75 euros, más de medio millón de las antiguas pesetas. ¡Que barbaridad! ¿No? ¡Cuánto dinero desperdiciado en humo !.

Para ser exacto a ese dinero habría que restarle 200 euros que es lo que le costó el tratamiento, o sea, quedarían de superávit 3358,75 euros. ¿Y esto había sido una derrota? Pues que derrota más dulce. Además habría que añadir los beneficios para la salud, la ventaja de no tenerte que salir del bar a la calle para fumar, la mala prensa que esto tiene y que te digan que besarte es como hacerlo a un cenicero lleno de colillas.

Pues con todos estos datos, yo me dije tengo que intentarlo. Creo que merece la pena, aunque la verdad no me lo creo, no me creo que con una charlita yo deje un vicio en que llevo atrapado más de 30 años. ¿Y la foto del blog? La tendré que cambiar. Aquí parezco más intelectual. Bueno antes debo aclarar que la foto que encabeza esta entrada es que tenía yo colocada como presentación de mi imagen desde que comencé a realizar el blog, hace dos años.

En fin, abandonemos la estética y vayamos a la economía, que para eso estamos en crisis. Y si hay que cambiar la foto se cambia, se echan dos bemoles y pa delante, además esa foto es de hace dos años y yo he cambiado, aunque no sé si a mejor, je, je.

En fin que me propuse conseguir este reto. Aunque como esta entrada ha sido muy larga y también es bueno dejar algo de suspense. Mientras ustedes se lo piensan lo de dejar de fumar, yo me dedicaré a escribir las siguientes partes de esta historia. Hasta pronto

Dibuja con perspectiva

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