bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 26 de diciembre de 2010

el 26





Hoy hace una mañana de fría que es para morirse. De esas mañana donde Berlanga hubiera grabado un solitario entierro acompañado por un fiel perro y en un olvidado pueblo. Y la parca no ha desaprovechado la ocasión para llevarse a mi última tía abuela.


Es curioso lo de la muerte, que aunque hoy lleve años sin ver a la persona que fallece, sin que uno tenga una relación especialmente buena con ella, cuando aparece la inevitable invitada sientes nostalgia. Nostalgia de los momentos vividos con el ausente, olvidas los malos y te recreas en los felices momentos. Será por eso por lo que la muerte se nos hace aún más desagradable.

Pero en fin, no quería dar la lata con ese motivo tan funesto. Deseo y quiero hablar de números. ¿De números? Si, efectivamente y eso que yo en el antiguo B.U.P. opte por letras pura. Pero hoy quisiera hablar de números, de los que me acompañan y me han acompañado a lo largo de mi vida.

Hace ya algunos meses escribí un artículo aquí sobre la extraña casualidad que me estaba sucediendo con los números. Para el que no lo haya leído o no lo recuerde, lo vuelvo a repetir. Resulta que cada vez que miro el reloj, el cuenta kilómetro de mi coche, la matrícula del coche que me precede, etc. En fin, cada vez que vislumbro un número, este suele ser significativo. Pongamos por caso, que me despierto de madrugada, miro el reloj y resulta que son las 5:05. Al cabo de las horas puedo estar impartiendo clase, se me ocurre mirar el reloj y suelen ser las 11:11. Esto me ocurre por temporadas, mientras en el verano pasado casi no me sucedía, hace una semana que este fenómeno se me repitió al día al menos seis veces. He de reconocer que estaba un poco mosca. Hasta se me ocurrió buscar en internet, y parece ser que no soy el único al que le ocurre este caso, sino enlace con esta página.

Pero en definitiva de lo que quería hablar es del número 26. Resulta que es un dígito, que en mi familia ha sido significativo, por lo menos a nivel de día. Sino fíjense. Yo nací un 26 de noviembre, mis padres se casaron el 26 de febrero, mi hermana también nació otro 26, este de enero, mi casa de Cádiz me la dieron un 26 de julio. Acontecimientos realmente importantes en la vida de una persona. Por eso hoy, cuando paseaba en bicicleta en esta fría mañana, y muy cercano al arco de la Macarena, y sonó mi móvil. Y mi madre me comunicó la noticia del fallecimiento de mi tía, parece ser que a mi padre no le pillo de sorpresa, entre otras cosas porque era una persona cercana a los 100 años y su estado de salud había empeorado bastante en este último día. Pero según él tenía la certeza que se moriría en un 26, como así sucedió. ¿No es curiosa la relación de mi familia con este número para bueno o para malo?

viernes, 24 de diciembre de 2010

malas ideillas

Desde hace unos cuarenta días estoy intentando dejar de fumar. Fui a una psicóloga para que me aplicara un tratamiento de hipnosis para evitar esta costumbre. Prefiero decir costumbre, a vicio, palabra que siempre se ha utilizado para degradar al contrario.


Supongo que os preguntareis si está funcionando. Bueno tendríamos que matizar. Siempre que no haya un cumpleaños, un bautizo o una boda. Siempre que no existan seres fumantes cercanos. Podría decir que sí, que si funciona. La cosa se tuerce cuando convivimos con la coyuntura anterior. Relativizando diría que si antes fumaba un paquete al día, ahora fumo un cigarro al día, aunque eso no quiere decir que sea proporcionar. No es que me fume un cigarro por día, sino que hay días que no fumo ninguno, y otros, como los días de las celebraciones, caen por lo menos cinco. Y no se si será por mala suerte, pero es que tengo muchos amigos sagitario, y llevo un mes de onomásticas que no veas.

Todas estas cosas no solo se las cuento a mis amigos y familiares, sino también a mis alumnos. He de reconocer que al menos diálogo existe entre ambas partes. El otro día un alumno de segundo me comentó que su padre también asistió a ese tratamiento, pero tras un mes sin fumar sigue ahora haciéndolo de nuevo. Tras contarme estas historias y otra más, me preguntaron que si no me costaba trabajo no fumar. ¡Pues claro que sí que me cuesta! Uno incluso se atrevió a ofrecerme hasta un cigarro, Cosa que esta prohibidísima en la escuela. Ojala estuvieran también tan prohibidísima las ofensas, las amenazas y la terrible burocracia que nos tiene a todos los profes estresados. En fin, que le dije que no, que no quería ningún cigarro, ni para el recreo, ni para cuando saliera del trabajo. El alumno se quería portar como diablillo tentador, como cuando Jesús se pasó en el desierto 40 días y 40 noches. Sin comer, casi sin beber. ¿Pero se sabe si fue también si fue sin fumar?. Pero el alumno no estaba por conformarse con esa tentación en el aula, sino que al volver a mi casa por la tarde había depositado en el maletín donde yo llevo los libros, un solitario y tentador cigarro.¡ Valiente mamoncete!. ¡Y qué malas ideillas!

Aunque para malas ideillas las de otros alumnos incluso de un curso inferior. Resultan que deciden hacer el juego del amigo invisible para los días últimos de clases antes de navidad. Por si algún lector no lo sabe, este juego o costumbre consiste en que cada uno de los miembros del grupo hace un regalo a otro de este, escogido al azar, para ello antes rellenan un papelito con el nombre de cada uno y lo introducen doblado en una bolsa, tras eso cada uno de los miembros del grupo van escogiendo un papelito, y descubriendo a quien le toca regalar. Por supuesto, hasta el día acordado de la entrega de los regalos no se puede descubrir el destinatario. Pues bien, como decía, aprovechando la coyuntura del juego, y el secretismo de este, algunos alumnos u alumnas de este curso en vez de escribir su nombre, rotularon palabras como estas: Cabrón, hijo de puta, gilipolla.

Como verán hay seres de colores , libres, abiertos, dispuesto a disfrutar de la vida y hacérselas a disfrutar a los demás, pero también  seres oscuros, refugiados en el secreto y dispuesto a fastidiar a los demás incluso fastidiándose a sí mismo. Como hoy es Nochebuena, os deseo, a vosotros, estimados lectores, que nunca os acompañen esos últimos seres de tan escasas luces.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Os doy las gracias

Os doy las gracias, a todos los que me votasteis en el I concurso de experiencia convocado por la diputación de Sevilla., porque he ganado en las dos categorías , en video y en fotografía.

Muchas gracias por vuestros votos y afecto
Aqui os dejo un enlace para que veais la clasificación

CLASIFICACIÓN FINAL

http://www.youtube.com/watch?v=ccl55mURfv0 - 1º PREMIO EN VIDEO
http://www.youtube.com/watch?v=zD_ydbLPEig    1º PREMIO EN FOTOMONTAJE

domingo, 12 de diciembre de 2010

gatos en el cementerio


Hoy era domingo, y a veces estos días mis padres y yo vamos a desayunar algún bar. que no este demasiado lejos. Hoy les propuse ir a la cercana población de Peñaflor, hace pocos días Lora y sus campos se ha vuelto a inundar por el Guadalquivir, y queríamos observa los efectos de esta riadas por los campos próximos. Además en Peñaflor venden unos churro dignos de probar.
Tras regresar de este pueblo, después del desayuno,  en el camino de vuelta pasamos por delante del cementerio de mi pueblo. Por cierto, una de las costumbres más acusadas que tiene mi padre es de leerse detalladamente todas las mortuorias de los periódicos que logra encontrar. Y se por oída, que no es el único o única que posee esa costumbre.
Pues bien, continuando con el relato, paramos en la puerta del campo santo y aprovechando que llevaba la cámara de video en el coche decidí usarla para hacer un reportaje sobre el lugar.
El cementerio de mi pueblo es inmensamente de blanco, limpio, aseado y hasta se podría decir que casi monumental. Si te fijas bien allí puedes encontrar tumbas sumamente antiguas y curiosas. No hay tumba en verticales, hace unos años que la destruyeron. Hay un panteón para los fallecidos nacionales de la guerra civil, y otro también para los republicanos. Como vemos la muerte sigue siendo como siempre el ente más democrático que existe. De un bando u otro ambos bajo tierra.
En fin y aunque parezca extraño dentro de un cementerio también existe la vida. Y la placidez de sentir. Si no que se lo pregunte a estos atrevidos gatos que se relamían al calorcito del sol mañanero, placidamente asentado sobre una tumba.

Enlace al poema: "Que bonito es un entierro" . Con anécdota de Paco Gandía

miércoles, 1 de diciembre de 2010

imágenes que engañan, palabras que dan vida

Hace unos meses fui a almorzar en un curioso restaurante del gaditano  pueblo de Medina Sidonia. Por cierto, si quieres conocer esta bonita población serrana, la mejor época es en estos días, pues es peculiar del pueblo los turrones, mazapanes, y otro dulces navideños que se fabrican allí, Ahora mismo por todo la localidad se expande el dulce y navideño olor del turrón. Las plazas se inundan con el sabor de la almendra tostada y la canela.
Pero hablando de aquel peculiar almuerzo, he de decir que en esta localidad también existen numerosos restaurantes cuya especialidad es una excelente carne. Preparada y condimentada de varias maneras y presentada en gran cantidad. Tras esperar un tiempo prudencial a la puerta del restaurante, pues la demanda era bastante pronunciada, uno de los camareros nos situó en una de las mesas que se habían quedado vacías. Éramos cuatro los comensales. Un amigo salmantino pero residente en Cádiz, su pareja, una peculiar amiga mía y yo. Cada uno de nosotros nos sentamos en un lado de la mesa, a mi precisamente me toco justamente enfrente de la pared mas cercana. Desde mi posición privilegia se podían admirar, curiosos retratos y estampas, por lo menos en apariencia.
Al poco tiempo de situarnos, y ya acompañados por el vino de la casa, nos llego la demanda de platos que habíamos solicitados. Eran enormes las piezas de carne y con un sabor realmente exquisito.
Mientras me deleitaba con mi manjar, intente disfrutar a la vez con la contemplación de las fotos que tenía enfrente. Dos en concreto, eran las más cercanas y directas a mí mirada. En la superior se podía vislumbrar claramente una hermosa muchacha, de aproximadamente unos 16 años y vestida de flamenca, en su cara se expresaba una agradable sonrisa. Tras mirar esta foto con simpatía, decidí continuar mi exploración fotográfica prosiguiendo  con la toma inferior a esta. Mientras me deleitaba profundamente en mi sabroso solomillo.
Quizás llevado por la inercia de la fotografía anterior, o nublado por los vasos de vinos que ya llevábamos a cuesta, en principio supuse que la segunda fotografía sería la vista de una feria, de una feria típicamente andaluza, con sus casetas, sus farolillos y donde hubiera estado la agraciada muchacha anterior. Me acerque un poco mas a la fotografía, para intentar descubrir que feria sería aquella con tantos colorines. Cual sería mi sorpresa al comprobar que lo que yo creía que era un divertido recinto, era la imagen de un cementerio, repleto de flores y cruces, cuyo espacio principal lo ocupaba una lujosa tumba bien decorada.
Descubierto el entuerto, y relacionar la muchacha de arriba con la foto de abajo fue todo un mismo acto. Desde entonces el hambre, las ansias de engullir  la exquisita carne me desaparecieron al instante, mis compañeros tuvieron mas suerte, como estaban situados de espalda a las fotos, continuaron en su agradable tarea. Ya se sabe que ojos que no ven corazón que no siente.
El pasado domingo me levante con unas ansias enorme de comerme un molletito de pan, repleto de mantequilla y jamón serrano, también acompañado de un estupendo café.
Para digerirlo, decidí sentarme tranquilamente en una mesa cercana, mirando a la pared, cuando de pronto me di cuenta que sobre el blanco muro volvían a colgar también fotografía y otros rótulos. Me dio hasta pánico intentar mirarlos, no fuera a ser que se volviera a repetir la historia de Medina y fastidiar el jugoso mollete. Pero esta vez tuve mucha mas suerte, tanto que lo que vislumbre, fue un hermoso azulejo, donde se podía leer esta ilusionante  frase: “Para mi lo imposible es inmediato, pero para los milagros tardo un poco mas”. Anda que no es bonita la frase y que optimismo transmite. ¡Vamos que el mollete me supo a gloria! ¿O no?

lunes, 15 de noviembre de 2010

mi tiempo

Últimamente suele llegar a mi correo electrónico, diversos email hablando de la amistad, de amor y de cosas parecidas. Son mensajes, que en principio suelen ser agradable. Pongamos el caso de este último que he recibido.



Un abrazo

Estoy enviando la renovación de nuestro contrato si estás de acuerdo lo firmas y me devolves la copia

Nuestro Contrato de 2010 a 2011




Después de una sería y cautelosa consideración,

Quiero notificarte que nuestro "Contrato de amistad"

Fue renovado para el nuevo año de 2010 a 2011.



Nunca desvalorices a nadie

Guarda cada persona en tu corazón

Porque un día tu te puedes acordar

Y percibir que perdiste un diamante

Cuando tú estabas muy ocupado coleccionando piedras.





Manda este abrazo para todos los que tu no quieras perder en 2010 y 2011





(Incluyéndome a mi si me consideras importante).



Intenta conseguir 12. No es fácil

¡Que sí, que está muy bien ir anunciando amor aunque sea por vía telemática! Pero digo yo, ya puesto a demostrar nuestro cariño, porque no hacemos algo mas personalizados. Porque no escribimos o le dedicamos un tiempo a esa amiga o a ese amigo que hace tanto días que no vemos. Y le preguntamos cómo se encuentra, como le va todo, le comentamos también sobre nosotros, sobre nuestros proyectos. No, no hace falta que sean 400 líneas. Sino solo un par de ella o quizás tres, pero exclusivas, intimas, dirigida y personalizadas a la persona que nos dirigimos, que posee nombre y apellidos, vida propia, y es diferente a tu otro amigo y amiga. Eso sí que es una prueba de amistad, de demostrar a alguien que te importa. ¿Hay algo más caro en estos últimos tiempo, que `precisamente eso, dedicarle etu tiempo?

Yo por ahora he decidido no contestar ningún correo de este tipo, primero porque me parecen vulgares, evidentemente porque hay muchos iguales y segundo porque pueden servir también para crear una cadena contaminada con determinado virus.

Gracias a todos los que me lo mandaron , porque confió de sus buenas intenciones, pero si respondo alguno espero dedicar a el mi tiempo y mi más personal afecto





lunes, 8 de noviembre de 2010

La renombrada novicia


A veces las personas tomamos decisiones. Algunas son espontáneas, quizás lleva das por el alcohol, que un momento determinado acentúa cierta percepciones de la vida. A veces la euforia, otra la tristeza. Queremos desviar nuestra senda y nuestro futuro y tomamos decisiones


. Queremos ser benévolos o malignos, y tomamos decisiones. A veces, la única decisión que tomamos es precisamente esa, no decidir, no actuar y entonces esto nos implica tanto como lo anterior. Siempre decidimos. Afirmándonos, negándonos y muchas, demasiadas veces absteniéndonos. Pero tomemos la decisión que tomemos el pasado irá en el equipaje, A veces liviano, a veces rotundo, como un baúl repleto de cosas viejas.

Hace meses me contaron una historia bastante divertida. Una amiga de una amiga. Un día tomó una decisión. ¡Cuantas veces he repetido esta palabra en tan poco texto!

Tomo la firme decisión de hacerse monja. Quería olvidar su pasado, construir un futuro diferente. Pero para ello tuvo que cambiar tanto, que hasta su nombre original tuvo que ignorar. Se llamaba Rita.

¿Pregúntense qué tipo de respeto puede infundir una monja titulada con ese nombre? ¿No sería el cachondeo de la clausura? ¿Qué opinarían las demás hermanas cuando la madre superiora la llamara al altar para leer los santos evangelios? Además que mayor grosería siendo andaluza, cambiar el correcto antecedente de Sor para una monja, por el pronunciable y concurrente Zor andaluz.

Convine ambas palabras. Y comprenderán que en este caso el cambio era necesario. ¿O no?

lunes, 1 de noviembre de 2010

al desnudo

El pasado sábado mientras paseaba junto a una entrañable amiga por la Alameda ,barrio ya de por de si bastante peculiar en el callejero sevillano, esta, mi amiga, se reencontró con una antigua compañera de un curso de terapia personal que hizo hace unos meses.

Al principio casi no se reconocieron, pero más tarde se saludaron con mucha efusión. Tras charlar un rato entre ellas, se despidieron y nosotros continuamos con nuestra caminata.

Como suele suceder casi siempre, tras despedirnos de alguien, mi amiga me relató los antecedentes de esta persona. ¡Vamos que me redactó una pequeña biografía !.

Mi amiga incidía en que la chica saludada era muy simpática y sobre todo muy graciosa. Evidentemente le pregunte que porque decía eso, y es a partir de ahora cuando comenzó a relatarme la anécdota.

Mi amiga junto a la compañera encontrada, y junto también a otras doce personas más , formaba parte de un grupo de terapia personal dirigido por un psicólogo. Se solían reunir una vez al mes y ya llevaban varios meses haciéndolo, por lo que la confianza había aumentado entre ellos.

La chica que nos saludo en la Alameda, vamos a ponerle un nombre aunque este sea ficticio, por ejemplo Gloria, pues Gloria que en principio era un ser muy tímido decidió un día en que tenían terapia todo el grupo hacerle una pregunta a estos.

Pongámonos en situación. Una amplia sala, donde un grupo de persona formaba un círculo sentados en el suelo. En un extremo y sentado en una silla se encontraba el dirigente del grupo, el psicólogo ya nombrado. De pronto Gloria se puso de pie y le propuso al resto del grupo si le podía hacerles una pregunta. Los demás se quedaron extrañados, pues no era una persona que hasta ahora se hubiera distinguido por su locuacidad. El resto del grupo mientras se entremezclaban sorprendentes miradas respondió que no había inconveniente en que hiciera esa pregunta que parecía devorarla por dentro.

Entonces Gloria comenzó a interrogarlos: Quisiera preguntaros si a vosotros os importaría que yo, ahora mismo, me desnudara por completo delante de todos vosotros.

Las miradas del grupo expresaban extrañeza y una rotunda sorpresa, a la vez que se diluían diferentes comentarios entre los presentes. No entendían las intenciones de estas.

Gloría continuó argumentando sus intenciones. Según ella ,siempre se había sentido acomplejada con su cuerpo. Más de una vez había ido a la playa y ni siquiera se había mostrado en bañador por la gran vergüenza que sentía de mostrarse desnuda. Ella había decidido que si se mostraba desnuda ante el grupo de esta manera se resolverían todos sus problemas.

Mientras se desnudaba el psicólogo trato de disuadirla, con el argumento de que lo importante era desnudar el alma y no el cuerpo. Pero ella erre que erre. Su íntima amiga también intentó que no lo hiciera, argumentándoles varias excusas. Los demás miembros del grupo se sentían cada vez mas desconcertados. Unos miraban directamente al cuerpo de Gloria, mientras otros, por pudor, miraban a cualquier otro punto de la sala que no fuera ese centro principal.

Llegado un momento, la chica se quedo solo en braga. Respiró fuertemente , se las bajo, y dijo con un grito de alivio ; ¡Ea ¡. ¡Por fin lo que hecho!

Llegado el momento la tensión creció en la sala. Gloria comenzó a preguntarle de uno en uno si su cuerpo les parecía bonito. Por supuesto todos les respondieron que sí. Unos con rotundidad y otros hasta con el miedo de dar otra respuesta.

Por unos instantes siguió paseándose por la sala, de de un extremo a otro. Cada vez con más seguridad y velocidad. Hasta que llegó a uno de los extremos, donde se encontraba el más tímido de todos los compañeros. Gloria por la velocidad de su paseo, casi se cae sobre este, que instantáneamente se hecho la manos a la cabeza, se levanto rápidamente y salió raudo de la sala. Gloria le gritaba y gritaba: ¡Pero si no te voy a hacer nada!.Pero el otro no se atrevió a volver.

En fin, desde entonces Gloria dice que se siente una mujer liberada de todos sus complejos. Que fue la mejor experiencia de su vida y que por supuesto la playa para ella es a partir de ahora el lugar más cómodo del mundo. Claro que a veces hay que tomar decisiones para quitarte todos los traumas, aunque eso sí, intentando no creales otro a los demás. Sino que se lo pregunten al compañero que salió corriendo. Je,je

lunes, 25 de octubre de 2010

El desorden

Si, lo reconozco, yo soy muy desordenado. Muchos minutos de mis días los pierdo buscando las gafas para intentar encontrar otra cosa que necesito. Las gafas porque cada día veo menos y peor, aunque luego voy al oculista y me dice el aparatito de medir la vista que este posee, lo siento pero no se su nombre pero si de su ineficacia, que tengo vista de un aviador militar. O sea que si no fuera porque ya soy mayor, me podría alistar en el ejército para tirar bombas. Y yo me pregunto, pues si tienen tan buena vista: ¿Por qué fallan tanto en los objetivos y en vez de alcanzar uno militar arrasan con otro civil? Supongo que será también culpa del aparatito con el que tiran las bombas. ¡Vaya tela con los aparatitos lo que nos traicionan !.


¡Vaya como me he liado!. Pero si yo de lo que quería hablar es del desorden y no de la paz mundial. En fin, continuemos con el tema inicial. En mi casa en el salón hay dos mesas, una enorme y más cercana a la puerta de entrada desde la calle, y otra redonda y más acogedora que me sirve de mesa camilla en invierno. Pues bien en la mesa más cercana a la puerta suelo depositar todos los objetos que traigo de afuera, por ejemplo la mochila del trabajo, las cartas del buzón o las bolsas con las compras recién realizadas. Más tarde o más temprano también se acumula allí el libro que estoy leyendo, el paquete de tabaco que estoy fumando o el juego de llave del piso. El caso que pocas veces se ve que debajo de todos esos objetos hay un mantel. Hace tiempo me visitó una amiga mía, que solía hacerlo de vez en cuando. Ese día dio la casualidad de que la mesa estaba despejada. Y me exclamo un asombroso: ¡Ah pero si además de un mantel tiene esta mesa un cristal!

Claro que para desorganización, la de un amigo mío. Hace poco me llamó por teléfono, y hablando y hablando, salió el tema de la limpieza de los pisos y del desorden que a veces tenemos. Yo le comenté que llevaba todo el día adecentando mi casa. Y él me contesto: “Tengo la cocina que hasta se puede comer en el suelo”. Yo le dije que valiente buen lote de limpiar se había llevado para que en su cocina se pudiera hacer eso. Yo me la figuraba reluciente, refregada una y otra vez con Don limpio, más conocido allende los mares de España por Míster Proper.

Y él sorprendentemente me contesto: “No, si no me refiero a que este muy limpia, sino que hay tanta comida en el suelo diseminada , que sin levantarte de él puedes tranquilamente comer”.

Aunque para desorden, o más bien irreparable pérdida, la de los calcetines. Tengo en el armario de mi ropa una bolsa con al menos dos docenas de calcetines desemparejados. Si fueran personas, las llamaríamos “singles” y los invitarían a fiestas para ver si se terminaban casándose. Yo no sabía lo que ocurría con los calcetines que siempre que metes una pareja en la lavadora termina por salir uno solo. Yo más que lavadora la llamaría divorciadora. Por lo visto, según me comento una amiga, la lavadora es capaz de tragarse los calcetines. O sea que además de necesitar detergente y suavizante también se alimenta con los guantes de nuestros pies. Yo ya me veo un día de esto trabajando de mago, metiendo mi mano por el desagüe de la lavadora, y extrayendo como hace un prestidigitador uno tras uno y engarzados las otras dos docenas de calcetines divorciados. No sé si a la otra parte de la familia después de tanto tiempo le hará gracia encontrarse a su vieja pareja. Quizás hayan formado ya otra más divertida y étnicamente diversa con los otros calcetines de la bolsa, tal vez con un calcetín verde o con otro de cuadros. Pues ya se sabe que el roce hace el cariño y la distancia es el olvido.

sábado, 16 de octubre de 2010

vótame

En los tiempos de la transición política española yo tendría entre 13 y 14 años. Y lo mismo que me asombraba un amanecer con niebla, la torrencial lluvia mañanera o un espléndido amanecer, también me sorprendía que al recorrer las calles de mi pueblos, esos muros que antes eran estériles se transformaban tras el paso de la nocturnidad en decenas de murales coloreados, rotulados con carteles de extraños personajes. De siglas hasta ahora irreconocible. Por primera vez en muchos años en España había unas elecciones democráticas.


Yo con mi pobre mente de adolescente tampoco entendía esa algarabía de carteles, pero en el fondo presentía que me gustaba. Era algo diferente, transformador. Yo me preguntaba que de donde habrían salido tantas gentes desconocidas. En que túnel se encontraban.

Los primeros carteles más bien eran rústicos, con pocos colores. Algunos rostros daban más miedo que confianza. Me llamaban mucho la curiosidad los logotipos de los partidos políticos. El de UCD,. Que era como un donut partido por la mitad , una parte verde y otro naranja. El capullo , y con perdón, estilizado del PSOE. La hoz y el martillo del PCE. Los había con forma de palomas que se combinaban con manos, otros, el del PSA, era como una mano pintada con tiza. Había muchos con puños levantados e incluso aquellos logotipos que había visto toda la vida con el yugo y la flecha.

Me sentía tan entusiasmado con esta expansión cartelera que decidí cambiar mis postes de revistas, de motos, de cantantes, etc., por carteles de partidos políticos. Llegué a llenar dos paredes completas y sin dejar un solo hueco. La gente que visitaban mi cuarto preguntaba que donde estaba el cartel de Serrat que había antes, y el poster del Sevilla C.F.. Además me interrogaban extrañados quienes eran esos señores y señoras tan expresivos. En fin, que yo creo que siempre he sido muy novelero, y eso de la democracia empezaba a gustarme.

A razón de toda esta historia quisiera comentaros que estoy participando en un concurso de video y fotomontaje organizado por la diputación de Sevilla. He participado con dos videos, uno sobre el santuario y la presa de mi pueblo y otro sobre la provincia de Sevilla, combinando diferentes imágenes. El fotomontaje es una composición de la venida de la patrona de mi pueblo a la villa de Lora, combinando esta manifestación cultural con el paisaje que lo envolvió ese día, o sea, los campos de mi tierra.

Desde aquí quisiera ser yo estos momentos como aquellos políticos que amanecieron un día en un cartel colocados sobre el muro de mi colegio. Y pediros el voto para mis videos. Podéis votar 5 veces al día por línea de internet, incluso dar los 5 votos al mismo video. Lo podéis hacer de forma anónima o con nombre y apellidos. De esta última manera tendréis opción a diferentes premios, como almuerzos en algún buen restaurante de Sevilla o alojamiento en una residencia campestre de la provincia. Para votar tenéis que pinchar en el siguiente enlace . VOTO, o en la foto de los zapatos que aparece en el comienzo del blog.

De todas manera muchas gracias por vuestra atención. Y viva la democracia porque al menos nos da colorido con diferentes matices a nuestras vidas.

martes, 12 de octubre de 2010

La importancia del nombre

Antiguamente en las familias se solía repetir el nombre de los componentes. Por ejemplo, yo tenía una tía abuela que se llamaba Adriana, esta poseía una hija con el mismo nombre, y hasta una nieta con igual título, e incluso el hermano de mi padre se llama Adriano. Yo no sé si esto ocurría por quedar bien con la familia o porque en aquellos tiempos no se querían roer mucho el coco con lo del nombre.


Conozco una infinidad de casos parecidos, siempre ocurridos hace tiempo. Porque ahora cada vez que nace un niño lo primero que se hace es investigar en internet a ver qué título se le coloca y cuanto más original pues mejor.

A veces ocurre que con esta repetición del nombre se puede producir un conflicto. En mi caso así fue. Durante unos años coincidimos tres Curro Gutiérrez en la familia. Mi tío, mi primo y yo. Claro que cuando cada uno andaba por un lugar distinto el conflicto se resolvía. ¿Pero qué sucedía cuando los tres nos encontrábamos en el mismo lugar a la vez? .Por ejemplo, en un cumpleaños de algún miembro familiar. Pues en mi familia se resolvió de la siguiente manera. Al mayor, mi tío, le siguieron llamando Curro, a mi primo que era más pequeño le suelen llamar Currito. ¿Y a mí? ¿Cómo se le ocurrió llamarme? Pues el Curri, con el artículo y todo. Por letras yo fui el que salí ganando, pero por gusto no sé.

Cuando era pequeño a mí el nombre que me pusieron no me gustaba mucho. Me parecía soez, embrutecido y demasiado basto. En aquellos años se llevaban los nombres compuesto, que parecía que daban elegancia. Por ejemplo José Ángel, y sobre todo Juan Carlos que impregnaba el título de realeza.

A fuerza de ser sincero mi nombre en la pila bautismal es el de Francisco José Sebastián de Asís. Así de un golpe se cumplía con toda mi familia. Y el de mi hermana tampoco se quedo corto. Adoración Isabel Victoria Eugenia. Tantas revueltas para luego llamarnos todo el mundo Curro y Dori.

Con el paso del tiempo me fui poco a poco reencontrando mejor con mi nombre. En principio me parecía simpático, mas tarde entrañable, y como también con los años nos surgió el afán nacionalista, pues: ¿Que hay más andaluz que llamarse Curro?. Vamos que si voy por la calle y alguien me llama Paco, me entra hasta coraje.

Llamarse Curro, para un profesor no es fácil. Los alumnos en principio tienden a tomárselo a pitorreo. En primer lugar, porque me llamo Curro Gutiérrez, y lo primero que se les viene a los alumnos a la cabeza es llamarme Curro Jiménez. Y de pronto ya me veo yo disfrazado de bandolero de sierra morena. Más tarde que si soy el Curro de la expo, afortunadamente cada vez tengo menos alumnos que visitaran la expo, más que nada por la edad que tiene. Y por supuesto esta el descarado intento de llamarme Currito. O sea, un intento de pasarse de la raya.

En fin, siempre que comenzaba el curso, en principio, a los alumnos les decía que me llamaran Francisco. Pero como los compañeros profesores ya me conocían por Curro. Pues cuando algún alumno me veía hablar por los pasillos con uno de los compañeros y estos me nombraban así, pues nada ya se armaba el cachondeo padre.

De hace un tiempo he decidido echarle tela de testiculina el primer día de clase. Y allí voy yo.: Me llamo Curro. ¡Dicho con dos cojones ¡. Y aunque con este grito de guerra saltan las expresiones de sorpresas o las pequeñas risotadas, yo me digo :Ya se acostumbraran. Las gentes mas tarde o más temprano nos acostumbramos a todo, bueno, menos a un dolor de muela.

Pues resulta que después, de esta lucha durante años por reivindicarme. Me aparece hace pocos días en un artículo del Diario el Mundo dedicado al mayor líder de la oposición andaluza , y va y me cambia todo mi esfuerzo. En primer lugar expone en el artículo del periódico que para ellos lo más importante es la educación. Que esta debe cambiar de forma drástica y sobre todo tomarán grandes medidas si llegan al poder. ¡Porque hay que fomentar la autoridad del profesor!.

¿Saben ustedes las dos grandes medidas que van a tomar si consigue gobernar? En primer lugar vestir a todos los alumnos y alumnas de uniforme y en segundo que a todos los profesores los alumnos se sientan obligados a llamarnos de usted. ¡Increíble, pero cierto! Supongo que serán de una efectividad tremenda para que los niños se sientan motivados a estudiar. Ya me figuro a mis alumnos coger el compás y el pincel con un entusiasmo endiablado porque llevan un uniforme igual que el de al lado, eso no le impedirá distraerse con los colorines de las ropas de los compañeros. Y que feliz estaremos todos los profe porque a partir de ahora que nos digan: “Hijos de puta”. Tendrá una tremenda sanción. Pero si nos lo dicen con educación, por ejemplo: “Usted es un hijo de puta”. Al menos nos creeremos respetados.

En fin, mire usted, señor Arenas, a mi me ha costado mucho esfuerzo ganarme un prestigio llamándome Curro. He aguantado broma y chascarrillos. Y ahora que mis alumnos me ven como un profesor cercano, más o menos amable, y respetan mi nombre igual a como se llama usted. Yo quiero y deseo que me llamen Curro y no un anónimo y lejano usted.

No quiera usted crear barreras. Por muchas medidas absurdas que se inventan. Aquí lo único que hace falta es educación, educación, educación. Lo digo por si a ustedes los de la oposición o a los otros del gobierno alguna vez os ha importado esta palabra.

Enlace a la noticia publucada en el diario el Mundo

sábado, 2 de octubre de 2010

mi ciudad

Será porque este año he cambiado de centro de trabajo o porque cada día uno se hace más viejo y añora sus tiempos de juventud, el caso es que desde hace unas semanas hasta hoy no paro de rememorar mis tiempos de bachiller.


Recuerdo con especial cariño mi mesa de 3º de Bup. Si me mesa, o mi pupitre, que era como se llamaba antiguamente al lugar donde se sentaba y escribía el alumno. Durante todo un curso, sobre virginal madera dibujé una enorme ciudad. Una ciudad a la vez barroca y modernista. Con sus avenidas, sus iglesia, su ayuntamiento y hasta su parque. Una ciudad trazada con un simple bolígrafo bic. Cada día me inventaba un edificio. Unos eran neoclásicos, otras humildes casas adosadas. Poco a poco fue crecimiento mi ciudad. Tanto lo hizo que al final de curso todo el tablero de la mesa aparecía completo de edificios. He de reconocer que era hermosa, ingenua inventiva de los tiempos muertos entre asignatura y asignatura. Y no solo a mi le tuvo que parecer bonita, sino incluso a las limpiadoras del centro le tendría que resultar atractiva, porque a lo largo del curso nunca me faltó ni una sola columna de mi soñada ciudad, jamás un paño enjugado de corrosivo producto la llego a atacar con constancia.

Mientras los otros alumnos se dedicaban a trazar emocionados corazones, o delirantes ofensas algún profesor o compañero. Yo edificaba puertas, ventanas, árboles retorcidos y abiertos, puentes inalcanzables, así un día tras otro, plasmados con en el azul intenso de la tinta de un vulgar boli.

Alguna vez hasta soñé que paseaba entre sus calles. Avenidas repletas de músicos, artistas, niños con globos y hasta perro felices mientras meneaban sus rabos. Soñé que en ella centelleaban miles de fuegos artificiales, porque las gentes que yo soñaba en mi ciudad, eran gentes felices y tolerantes.

lunes, 27 de septiembre de 2010

el viejo


En mi pueblo existe una antiquísima tradición, que dura por los siglos de los siglos. Esta original tradición es la llamada del “Viejo”. ¿Qué es el viejo? .O más bien: ¿Quién es el viejo?
El viejo suele ser un señor mayor, hermano de la hermandad de nuestra señora de Setefilla, patrona de Lora del Río. Un día cualquiera, o mas bien un día con unas característica peculiares suele ser montado en un sillón y llevado por decenas de loreños, subido sobre esta improvisada peana es dirigido hasta la casa del cura. ¿Con que finalidad ? .Pues con la intención de pedir al señor párroco que de permiso para traer la virgen de Setefilla, desde su ermita en las faldas de Sierra Morena hasta la localidad.
Durante varios días antes de la salida del viejo, ya se sienten rumores en el pueblo de que esto puede ocurrir. Uno de los días siguientes, mas bien una noche de las siguientes, las campana de una antigua ermita, ahora reconvertida en biblioteca pública, comienzan a repicar. Esa es la señal elegida para que los loreños acudan a la salida del viejo. Todo el mundo sabe ya quien será ese personaje escogido. Se acomodan en la puerta de su casa y este es sacado de ella montado en un sillón, presumiblemente de enea, aunque esto no lo dice la tradición, sino mas bien la observación personal.
Tras esto, el viejo es paseado por Lora sobre su improvisado trono, mientras exclama gritos de alabanzas dedicados a nuestra reconocida patrona. El señor se puede llevar así como unas tres horas, mientras va y regresa de la casa de cura. Y aunque para el es un  privilegio, para su salud no suele ser tanto. Ya que un señor mayor  montado sobre una silla recorriendo a la interperie las calles del pueblo no es la mejor manera de guardar la salud. Además esto suele ocurrir en una tempestiva noche de invierno. Pues la salida de viejo suelen ser reclamada o cuando hay malas cosechas, alguna epidemia, y sobre todo por sequia. Cosa, esta última, que se suele ocurrir  en invierno, pues por lógica en verano no se esperan muchas precipitaciones.
De todas maneras para que la historia os quede clara, que mejor muestra que este enlace a un video del Canal Sur, donde aparece la salida del último viejo que desfiló.
Pues bien, hasta aquí la historia real. A partir de ahora las imitaciones. Cuando yo era estudiante en el instituto de mi pueblo, algunos alumnos procuraban imitar la tradición por los pasillos del centro. Y para ello no utilizaban al más viejo de los estudiantes del centro, sino a la más cándida y despistada de las alumnas que apareciera por el renombrado pasillo en este momento. La pobre alumna de pronto, sin querer ni olérselo, se encontraba aupada sobra una silla y llevada en volandas por los mas gamberretes alumnos a lo largo y ancho de los pasillos del centro. Algunos de estos también aprovechaban la ocasión para tocarle la parte más pronunciada  de la espalada. Lo peor que le podría ocurrir, y desgraciadamente solía suceder bastantes veces, es que apareciera el profesor de guardia. En esos momentos la pobre muchacha era abandonada, literalmente tirada de su trono improvisado, mientras los muy cobardes costaleros tendían a refugiarse como podían en la clase más próxima. Más de una vez vi rodar a mas de una alumna por las escaleras junto a la silla que le sirvió de trono. El final del todo se resumía  en unos enormes gritos y amenaza emitidos por el respectivo profesor de guardia, mientras la pobre chiquilla gemía y se lamentaba caída sobre el duro suelo. Menos más que era joven y su propia estima y su propio físico la ayudaba a superar ese trauma de haber sido por momento, ese viejo tan particular.

lunes, 20 de septiembre de 2010

El obvio

Mi sobrina Raquel, ya con 16 años, se ha incorporado hace pocos días al instituto de enseñanza de mi pueblo donde tanto su madre como yo compartimos educación.
¡Qué de recuerdos!. ¡Que de añoranzas!
Allí empecé a conocer el derecho de palabra, la libre expresión. Me tocó vivirlo en plena transición democrática y comencé a saborear el regusto de la libertad.
Aunque los alumnos no éramos tan traviesos como los de ahora, tampoco éramos unos santos inmaculados. Eso sí, no recuerdo ataques verbales a los profesores, sino travesurillas de adolescentes.
Recuerdo a una compañera de clase que era del pueblo cercano de La Campana, que cuando se le había olvidado hacer los deberes de alguna asignatura, no se le ocurría mejor idea, que tomar como posesión la llave del aula, cerrar la clase  con  todos los compañeros dentro y tirar la llave por la ventana. ¡Y eso que estábamos en un segundo piso!.
Al rato llegaba la profesora y golpeaba la puerta para que la abriéramos y cual era la sorpresa de la pobre mujer, que al poco rato se tenía que marchar al jardín que había al pie de la clase, y dedicarse durante varios minutos a buscar la llave con una posesa entre los ramajos. Mientras los cabroncillos de los alumnos, veíamos a la paciente profe romperse la espalda por culpa de la campanera. ¡Ay campanera…!.
Claro que lo más sorprendente que vislumbré en aquellos años de adolescente  es lo que le ocurrió al profesor de latín. Este enseñante poseía un genio muy particular, de pronto era un tipo encantador que de pronto se transformaba en la más feroz fiera. Por su aspecto parecía un curita de aquella época, la de los curas progres, pero al fin curas. Como cada profesor que era peculiar poseía su mote. A este  le pusimos el “Obvio”. Solía utilizar esta expresión continuamente, y como a los alumnos de mi clase esa palabra nos sonaba a chino y nos llamaba enormemente la atención, pues al profe  lo bautizamos de aquella manera. Por cierto, no nos enteramos lo que era obvio hasta meses después.
Pues bien, en el día recordado, este profe se encontraba de guardia. A nuestra clase aún no había acudido el funcionario  que nos correspondía en esa hora, y como profesor de guardia acudió a nuestra aula para que mantuviéramos el  silencio, mientras llegaba el  que nos correspondía.
La primera vez que nos llamó la atención lo hizo muy educadamente, sin subir el tono de voz ni gesticular mucho. Tras este aviso se marchó. Al cabo de los diez minutos y continuando los alumnos en la misma situación, volvió a llamarnos la atención pero esta vez con un todo mas severo.
El “obvio” se volvió a marchar, esta vez amenazándonos con una advertencia mas rotunda . Pero como los alumnos nos escarmentamos tan fácilmente y eso de hablar por los codos creo que esta escrito para nosotros, el renombrado profe volvió a retornar a la clase, esta vez mas parecido una fiera que a un humano. Al pobre hombre no se le ocurrió mejor manera para asustarnos que golpear la puerta de la clase con uno de sus pies, mientras gritaba alocadamente. Tuvo tan mala suerte que al dar la patada en la puerta, esta era tan endeble, que la traspasó  con su zapato.
Háganse lectores a la idea, un pobre hombre totalmente salido de órbita, con un pie clavado en una puerta, y sin poder desprenderse de ella. El desafortunado gritaba, y gritaba mientras gesticulaba de una manera atroz. Fue tan ridículo el momento vivido por el pobre latino, que los alumnos en vez de reírnos casi nos pusimos a llorar. ¡Para que luego digan que los estudiantes no tenemos corazoncito!

domingo, 12 de septiembre de 2010

Siempre oimos lo mismo, siempre vemos lo mismo


Cercanos a nosotros, a veces, viven gentes especiales, personas con una capacidad creadora original, que aportan mensajes nuevos. Hay soñadores de la pintura, hay cocineros de la música, caballeros del teatro y de la interpretación, inventores de poemas, arquitectos de los sueños. Pero siempre, o casi siempre, oímos la misma música, vemos las mismas imágenes, escuchamos a  los mismos tertulianos hablando de lo mismo. Pero a pesar de lo que podamos creer, existe un gran mundo subterráneo de creadores.
Creadores que no tienen la oportunidad de aparecer en una cadena de televisión de gran influencia. Músicos que se mueren en su intento de poder exponer su propuesta.
Este verano casualmente conocí un grupo de actores capaz de aportar algo nuevo, de generar ilusiones. Conozco amigos pintores que su obra no dejaría indiferente a nadie. Personas corrientes que nos sorprende con su visión de la realidad. Y sin embargo nadie de estas personas se pueden dar a conocer más allá de un reducido círculo.
Este verano, estando en Cádiz, casualmente una noche me llegué por el Pay-Pay , El Pay-Pay podríamos decir que es una bar. donde muy frecuentemente existen actuaciones de cantantes no demasiado conocidos pero que presentan algo diferente. Algo diferente a lo que se escucha normalmente en una emisora de radio.
Entre estos cantautores había uno que se llamaba Quique Parodi. El tío divertido, y simpaticote, que me sorprendió con una canción. Esta que podéis escuchar pinchando en el enlace, se llamaba :”Cuanto me quiero”. Y en ellas nos cuenta como un tío normal, se levanta por la mañana, se mira al espejo y resulta que el amor de su vida aparece delante de sus ojos. Un tema divertido, ingenioso y fresco. Oírlo y prestar atención a la letra.
También en la misma gala actuó otro joven cantante, llamado Rubén Garfi. Y de él he escuchado el mejor tema musical sobre el maltrato. Se llama :”Espinas”. También pinchando en el enlace lo podréis oír.
Ahora preguntaros cuanta de estas personas tendrán la oportunidad en su vida de aparecer en una cadena de televisión estatal. Cuantas veces se repiten los mismos artistas, los mismos soniquetes y las mismas letras.
Yo siempre pongo el ejemplo de la cantante Lolita. Una artista que hace varios años que no tiene un solo éxito pero que siempre nos la comemos con papa, en todas las galas de las televisiones de fin de año. Hay otro mundo , mas creativo y original, detrás de los Bisbal, los Sanz y las Belenes Esteban .¿Qué no hay variedad?.Mentira, hay muchísima, pero mientras sigamos oyendo el mismo sonido, siempre seguiremos caminando con la misma marcha, la que le conviene a unos pocos. La trasformación hacia un mundo mejor y más variado comienza por el arte.

lunes, 6 de septiembre de 2010

la novena

Son las 6:30 de la mañana, aun no ha amanecido y las campanas de la iglesia principal de mi pueblo comienzan a repicar. En la calle comienza a sentirse movimiento. Subidas de persianas, se abren algunas puertas y desde lo lejos se ve el pausado transcurrir de unos escasos transeúntes. Ahora son el siete menos cuartos, los murmullos se sienten crecer mientras las campanas vuelven a repicar. Siete de la mañana algunas personas aligeran sus pasos, si nos fijamos bien sobre su pecho y con una banda azul y blanca llevan colgado una gran medalla de plata de estilo barroco. Las campanas vuelven a repicar de nuevo como lo hacen siempre en estos primeros días de septiembre. Aún es de noche, y centenares de personas ya se encuentran concentradas en la iglesia priorar del pueblo.


¿Qué este extraño arrullo mañanero que envuelve a Lora todos los primeros días de septiembre? .¿Por qué esa alta torre insiste en llamar la atención tan de temprano?. Si preguntas a cualquier loreño, te dirá que es la novena. ¿Pero la novena qué? .¿La novena puerta?. ¿La novena entrada? .¡ No, hijo no !.La novena a la virgen de Setefilla, patrona de este lugar. Un rito que se repite por los siglos de los siglos, amén. La novena de la mañana, donde se concentran las personas más madrugadoras y setefillanas de la localidad. Incluso hay que irse temprano no vaya ser que en la iglesia no quede ni un sitio libre. ¿Y que es una novena? Pues un acto litúrgico, podríamos decir que es un homenaje que se realiza a la virgen durante nueve días, del 30 al 7 de septiembre. Aparte de esta novena madrugadora, también está la de las seis de la tarde para los chiquillos, y la de la noche, donde se puede vislumbra , también desde la televisión local, a decenas de mujeres sacudiendo sus extensos abanico a lo largo y ancho de la nave del templo y vestidas con sus mejores galas.

La novena no solo es un momento de rezo, sino también de reencuentro. La de la mañana también sirve de propósito para después de terminada esta ,irse a desayunar a los bares de la localidad con los amigos y amigas. Resulta sobre todo entrañable comerse unos jeringo del antiguo matador de toros llamado, precisamente el jeringuero, mientras se es acompañado por un calentito café madrugador. Tras el desayuno esta plebe tan mañanera regresará a su casa, algunos o algunas a partir de ahora tendrán que iniciar su trabajo, pero otros u otras poseerán la suerte de retornar a su ansiado colchón y soñar por un año más con todas las promesas que le sugirieron a esta virgen tan serrana. Y así años tras años este mismo rito se vuelve a repetir, cual golondrina que regresa a su nido, los primeros día de noveno mes.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Don Pimpón


Los profesores y los maestros cuando a estas alturas del año empezamos a vislumbrar en la televisión los anuncios del Corte Inglés de la vuelta al cole, se nos empieza a poner una cara un poco desencajada. A mi septiembre siempre me ha sentado fatal, por lo menos los primeros días del mes.


Llevo ya casi 20 años impartiendo clases, pero como la mayoría de este tiempo he sido interino, cuando llegaban los primeros días de este mes, la ansiedad y el desasosiego suelen acompañarme. Hasta aproximadamente, el día 7 u 8 del mes, no sé dónde voy a impartir clases. Lo mismo me toca al lado de donde vivo como que me manda al otro extremo de mi región. Y como comprenderán con esta duda no se puede dormir muy bien, por lo que implica buscar una nueva vivienda, conocer nuevos compañeros y cogerles el truquillo a los nuevos alumnos. Y eso que con el tiempo, la experiencia de años anteriores hace que cada vez te alteres menos. Claro que para mal trago, el que pasa el profe que aun no ha dado clase en su vida, en el primer día de experiencia como educador.

Yo tengo un amigo de aspecto bastante grueso, bajito y rechoncho. Su carácter no se podría decir que fuera el de un ser que soporta temporales, quizás su mejor cualidad es el alto sentido del humor que dota a todo sus actos. Y a falta de autoestima posee al menos recursos suficientes para superar los peores trances gracias a ese don que antes he nombrado.

Sería a finales de octubre de hace unos tres años, cuando la delegación de educación lo llamó para impartir clases en un centro de enseñanza de una población de la bahía gaditana. Sus gestos denotaban el temblor que le recorría por su cuerpo, pero la ilusión de poder trabajar por primera vez lo superaba. A las pocas horas de llamamiento, se dispuso a hacer las maletas para tomar el tren más veloz que le llevara a su destino.

Al día siguiente tras alojarse la noche anterior en un cochambroso hostal, se presento en el centro, lleno de optimismo y miedo. Tras dialogar con el jefe de estudio este le indicó que subiera inmediatamente a la clase que le correspondía, pues los alumnos llevaban ya varios días sin impartir su asignatura. Le sorprendió tanta prisa dada por su superior, pero no le quedo más remedio que asumir la orden. Tras indicarle el mandamás la dirección del aula, se dirigió a ella, no sin perderse varias veces por los retorcidos pasillos del instituto. En uno de estos espacios, se encontró a un pequeño grupo de alumnos con más ganas de guasa que de recibir clase. Como nuestro protagonista se encontraba perdido, sugirió a los alumnos que le indicaran la dirección correcta de la clase. Tras hacerlo estos, y él darle las gracias por las indicaciones, se dirigió raudo, mientras se subía los pantalones que se caían, hacia el lugar indicado. Antes de torcer totalmente hacia el siguiente pasillo, oyó como desde el grupo de chavales anteriores se expresaba de esta manera uno de los alumnos: ¡Oye! ¿Desde cuándo da clase aquí don Pimpón? .

La verdad es que nuestro amigo no le fue agradable oír esa expresión. ¿Pero que podía hacer sino seguir para delante? .Ya ajustaría cuentas en otro momento.

¡Por fin llego al aula!. La imagen era caótica desde la puerta . Entre veinte y treinta alumnos, de 13 a 14 años, saltando por lo alto de las mesas, tirando aviones de papel por la ventana y hasta un pobrecito chaval con la papelera de la clase en la cabeza, mientras otros le sacudían mamporrasos sobre esta. Nuestro amigo miró al techo, como pidiendo ayuda a Dios, se subió los pantalones y dando un enorme vocetón entro en la clase. Los alumnos ante esta inesperada manifestación de autoridad se quedaron paralizados, acoplándose poco a poco en su pupitre.

Tras estos momentos de tensión nuestro protagonista tomo asiento en su mesa de profesor y comenzó a pasar lista de la clase. Con los nervios los apellidos se le entremezclaban, no acertaba a decir correctamente sus nombres y hasta sintió sonrojó cuando tuvo que nombrar por dos veces el apellido Cabezón. ¿Se corresponderían los apellidos con el tamaño de su cabeza?. Se preguntaba nuestro amigo sin querer mirar apenas  a los renombrados alumnos.

La clase permanecía en silencio, más que por el temor engendrado por el nuevo profesor sino por la facultad de los alumnos de observar a este durante los primeros momentos. Parecía que por ahora la autoridad estaba ganada. Aunque el novato profe no dejaba de balancearse en el sillón en que se había sentado. Lo hizo con tanto ahínco e intensidad, que no tardó mucho en que nuestro personaje se encontró caído de espalda sobre el suelo y con sus piernas sobre la mesa, adoptando una postura totalmente ridícula. Fue tanta la sorpresa la que conmovió a los alumnos, que en vez de lanzarse plenamente a reírse por la situación, estos expresaron su asombro mediante unos rostros pálidos, insípidos y terriblemente sorprendidos. A todo esto nuestro personaje se preguntaba cómo salir de esta situación tan particular. Ni corto, ni perezoso se reincorporó y se alzo sobre el estrado con la mayor dignidad posible, exclamando una sorprendente e inaudita frase: ¡Bueno pues ya con este acto que suelo hacer al comienzo de mis clases, sabréis que siempre os podré sorprende, para lo bueno o para lo malo, yo soy vuestro profesor! ¡Espero que a partir de ahora nadie me reproche nada que yo no haya advertido!

jueves, 26 de agosto de 2010

la ola - terroríficas vacaciones en el lejano oeste -5ª parte

Si había algún momento extremadamente ridículo en aquel lugar era cuando nos servían la comida. Imaginaros unos 90 personas todas sentadas alrededor de varias mesas dispuestas en filas, formando todas ellas un semicírculo. De pronto los voluntarios en aquella especie de ONG de minusválidos, comenzaban a depositar sobre los platos de los comensales la comida que correspondía al primer plato. Cuando esta tarea acababa desde el principio de la fila se comenzaba a hacer la ola, esa misma que se practica en los campos de futbol. Servían el segundo plato y exactamente igual. Daba lo mismo que en ese momento estuvieras apurando el primero. Y así continuamente hasta el postre.
Este rito se repetía también en el desayuno y en la cena. Como verán ni comer nos dejaban tranquilo. Yo me sentía tan ridículo cuando en una de estas tenía que levantarme de la silla, extender los brazos, mientras los espaguetis que devoraba se extendían por mi veraniega camiseta.
Entre esta acciones, los bailes del autobús, la “simpática experiencia de la botellita”, y las anécdotas tan crueles que nos contaban, no nos quedó otra solución que irnos distanciando poco a poco del grupo y ellos lo percibían. A partir de entonces comenzó un acose y derribo hacia nosotros, mi amigo y yo. Comenzaron por no sentarse a nuestro lado a comer hasta terminar por ignorarnos el saludo. Y lo peor del todo, es quienes nos depositaban un trato más despectivo eran los monitores.
Parecía que para formar parte del grupo uno debería de carecer de autonomía propia, ser experto en gilopolleces y hacer en grupo las cosas más absurda que se pueden imaginar. Ante esto, mi amigo y yo nos negábamos en rotundo. Y por tanto recibimos nuestro castigo.
De los momentos peores que vivíamos era cuando tras nuestros autónomos paseos regresábamos al recinto, y para penetrar en el, antes había que transitar por un porche ocupado tanto a la izquierda como a la derecha, por varios miembros de los habitante de aquel “hotelito”. Eran realmente acusadoras sus miradas. Miradas que nos nombraban herejes, que nos hacían sentir rechazado por un grupo de locos.
Entre otros motivos por lo que nos vimos excluidos , estaba motivado por una de las muchachas del grupo que iba acompañando a su hermano al lugar, que ese si poseía una tremenda minusvalía. Era un mozarrón, enorme, de unos 35 años de edad y pecho lobo. Para desgracia del chaval su mente era la de un niño de un año. Casi no reaccionaba a ningún estímulo. Solo solía llorar y reír eternamente sentado en su silla de rueda. En el único momento que reaccionaba de alguna manera, es cuando le hacían cosquillas en los pies. Y así emitía una estridente risa.
Una y otras vez se empeñaba el resto del grupo en que le hiciéramos este gesto con nuestros dedos. Pero aunque el grueso chaval movía a la ternura, no por ello dejaba de poseer de pies un 44. Unos pies peludos y sudados que no invitaba a explorarlo. Desde nuestra negativa, ya tuvieron un motivo más para deplorarnos.
Nuestro estado de ánimo bajaba por momentos, para colmo ese día nos fuimos todo a un chiringuito a la playa. Y sorprendentemente mientras mi amigo y yo nos encontrábamos en ese lugar en una mesa algo apartada del grupo, dos miembros de este se sentaron con nosotros.
En los primeros momentos la conversación trato de temas de lo más vulgares, e incluso el trato de estos dos compañero era bastante agradable y correcto. Fue hasta el momento de pedir las tapas cuando uno de ellos se le ocurrió preguntarnos: ¿Vosotros os afeitáis con maquinilla o con cuchilla? . Cada uno dimos la respuesta conveniente. Al rato, cuando volvieron trayendo las tapas nos volvió a hacer la misma pregunta, cosa que nos extrañó. Volvimos a pedir otras cervezas y de nuevo la misma pregunta, pero ahora señalándose su pescuezo como si poco a poco se fuera degollando este. Así estuvimos por lo menos media hora, los otros restantes contertulios hablando de cosas vánales, y el haciendo la dichosa preguntita una y otra vez. Unas quince veces una misma pregunta tan peculiar, la verdad es que te acojona. Y así salimos, casi corriendo por patas después de pagar la cuenta.
¡Ya no podíamos más! .Tomamos la firme decisión de marcharnos de aquel lugar lo más pronto posible. Hicimos las maletas y mientras por el retrovisor veía como se distanciaba aquel extraño lugar, la angustia iba desapareciendo poco a poco.
Al día siguiente, ya instalados en un hotel de Almería capital, decidimos hacer una excursión al bello pueblo de Nijar. Mientras recorríamos y disfrutábamos de sus blancas calles, a lo lejos vislumbramos unas recordadas siluetas, un grupo formado por unas 40 personas y entre ellas varios acomodados en sillas de ruedas. Fue vista esta estampa y salir pitando. ¡Nunca en mi vida he tenido tantas pesadillas con este rodado vehículo!.
Yo comprendo que ser discapacitado tiene sus limitaciones, yo mismo lo soy. Pero no su pueden tratar a estas personas como un rebaño de cordero, sumiso e idiotalizado. Siguiendo unas normas que mas de ONG son de sectas.

lunes, 23 de agosto de 2010

con ruedas y a lo loco - terroríficas vacaciones en el lejano oeste 4ª parte


Continuando con las anécdotas que nos contaron en el café, recuerdo ahora una más terrorífica aún. Nos relataban nuestros improvisados amigos que en años anteriores solían acudir a esta especial cita veraniega una joven muchacha, la cual tenía bastante limitado el movimiento de sus piernas, por lo solía estar sentada en una sillita de ruedas.
Aunque la mayoría de su tiempo se encontraba postrada en este insólito vehículo, ella no se resignaba a él. A menudo intentaba andar por sus propios pies. Como la muchacha era muy animosa se apuntaba a la mayoría de los paseos proyectado por el resto del grupo. Y como además de animosa también era muy presumida, no quería vislumbrar su paseo desde su silla de rueda.
Cada vez que alguien proponía acercarse a la playa cercana, que estaba situada a unos 300 metros, la díscola muchacha era la primera en apuntarse. Los demás en este sentido no tenían ningún reparo en que los acompañara, pero siempre le insistían en que fuera en su silla de rueda.
Ella insistía una y mil veces que no, que podría hacer el paseo por sus propios pies. Y los otros le replicaban que siempre le ocurría lo mismo, que a los pocos metros uno de los acompañantes tendría que llevarla en brazo ante la imposibilidad de continuar su camino a pies.
En varias ocasiones ocurrió este caso. Siempre la joven muchacha terminaba en los regazos de algún fornido muchacho, que desesperado y cansado de su peso tenía que pasearla por el pueblo.
En este día que ahora recuerdo, la muchacha de nuevo empleó su táctica. Se le oía gritar .¡Que si, que yo puedo andando! .¡Que yo puedo andando!. El resto de los compañeros aceptó de mala gana su propuesta.
Cuando ya el grupo llevaba unos 400 metros recorridos, la muchacha empezó a dar síntomas de cansancio. ¡Pararos que no puedo continuar!. Repetía una y otra vez.
La marcha del grupo cada vez era más lenta, mientras estos le recriminaban a nuestro primer personaje el que no se hubiera traído su silla de rueda.
Tan hastiado y cansado quedaron de la situación, que no se le ocurrió mejor idea que introducir a la muchacha en un contenedor de basura de esos que tienen rueda, y lanzarla dentro de él por la única cuesta que había en todo el poblado.
Mientras contaban esta historia nuestro peculiar grupo de tertulianos, expresaban su energúmena ocurrencia con palmas y gritos de satisfacción. Desde aquel momento tuvimos claro mi amigo y yo, que era un grupo al que se le podían gastar muy pocas, muy poquitas bromas.

lunes, 16 de agosto de 2010

el enano- terroríficas vacaciones en el lejano oeste 3ª parte


Yo tendría en aquellos días unos 35 años, y mi amigo una edad parecida. A la mayoría del grupo de discapacitados no le hacía demasiada gracia que nosotros, de vez en cuando, nos lo montáramos por libre. Es decir, por ejemplo, que alguna vez cogiéramos el coche y fuéramos a ver el hermoso paisaje que se extendía por los campos de alrededor. Argumentaban que si nos ocurría algún siniestro quienes serían los responsable. Yo lo tenía muy claro. Yo y mi compañía de seguro.
Pero para este grupo esto era algo inquietante, que alteraba sus esquemas mentales. He de decir que la mayoría de los minusválidos rondaban nuestra edad, no eran niños pequeño necesitados de continuamente ser orientados o regañados. Eran personas que casi nunca habían salido de sus casas. Y como tal sentían una inseguridad exagerada en el momento en que no formaban un grupo homogéneo. La dinámica del grupo, y en concreto de sus monitores no impulsaban esa autonomía, sino que construían con divertidas artimañas la ideología de un grupo, que más que una piña terminaba conformando un bunker. Por lo tanto cualquier elemento díscolo y autónomo le provocaba una gran inseguridad
A pesar de nuestro distanciamiento en la playa, aún el grupo nos regalaba de una cierta estima. Llegamos a tener una cierta amistad con varias personas de este, unos 6 o 7. Un día, mi amigo y yo, fuimos invitados a ir a tomar un café con ellos, al único bar más o menos elegante de aquella zona.
Tras la toma del estipulado café surgieron las tertulias. Poco a poco nos íbamos conociendo, nos íbamos intercambiando , en los diálogos, información sobre nuestros trabajos, aficiones, etc. Llegado el momento nuestros nuevos amigos nos comentaron que ellos no eran la primera vez que acudían a este tipo de vacaciones. Que durante años y llegado este tiempo veraniego solían reunirse en el mismo lugar, y casi con los mismo monitores. Era casi exclusivamente el único tiempo del año que viajaban fuera de sus casas.
La conversación generó sobre las actividades realizadas en años anteriores y sobre todo rememorando las anécdotas que habían compartido con otros compañeros, ahora ausentes.
De pronto nos relataron la historia de un enano que años anteriores había acudido a esta cita. El enano por lo visto tenía un poco de mala leche, y continuamente al resto del grupo le solía gastar numerosas y pesadas bromas. Llegó el resto del grupo a estar tan hastiado de él, que un día que se encontraban en la playa tomando el sol, y viendo que el malévola personaje se encontraba en un profundo sueño, decidieron entre todos quitarle el bañador y dejarlo en plena playa como su madre lo trajo al mundo.
No contento aún con esto, y aprovechando el profundo sueño del bajito, lo montaron en lo alto de un buzón de correo que se encontraba en el centro del paseo marítimo de la zona. Menuda sorpresa se llevó el chiquitín, cuando se descubrió al despertarse colocado sobre tan alta peana y en bolas. Mientras el enano gritaba aireado desde su alto púlpito , sin poder bajarse de él, el resto del grupo corría por la playa huyendo de este y dando enormes carcajadas. Las mismas que daban ahora al recordar la escena vivida. Yo , a partir de ahora, me propuse que nunca cerraría los dos ojos a la vez, mientras estuviera cerca de tan ocurrente grupo, no fuera a ser que terminada colgado cual elástica bandera en los altos y vistosos mástiles que la cruz roja poseía por aquellos lares.

jueves, 12 de agosto de 2010

¡Hola don Pepito ! . Terroríficas vacaciones en el lejano oeste - 2º parte


Querido lector si quieres enterarte de algo de esta historia , irremediablemente tendrás que leer la entrada anterior. ¡Lo siento!. Pero quizás te merezca la pena.
Después de dormir en una incómoda litera situada en un aula de un instituto de enseñanza, ocupada a la vez por unas veinte literas más, por fin amaneció. Nosotros esperábamos oír el sonido agradable y campestre de un gallo al amanecer, o como mínimo el lejano gruñir de la bocina de un barco costero. Cual sería nuestra sorpresa, que al sonar las ocho en punto de la mañana lo primero que oimos es la veraniega canción de María Isabel. Esa que en su extraño estribillo reivindica que se coja su sombrero y se lo ponga, y se vaya a la playa que calienta el sol. Chiribiribí, poro pompón, chiribiribí poro pompón.
¿Díganme ustedes si no es un buen himno para espantar las lagañas?. Y tras esta ,un rayo de sol, la tómbola de Marisol, y la clásica Eva maría se fue. ¡Una extremada experiencia para tan temprana hora! . Comprendo que lo que pretendían los monitores era despertarnos con optimismo, pero eso más bien la exaltación de la mala leche.
Tras reponernos de las estruendosas melodías, poco a poco todo el personal que habitaba la “habitación” se fue reincorporando y restaurando. Digo restaurando, ya que al ser un aula ocupada por un par de decenas de tullidos, cada uno fue colocándose la prótesis que le era necesaria. El de al lado un brazo, otro una pierna, el de mas allá un faja ortopédica, en fin hasta completar el puzzle que era esa persona al completo. Y aunque uno se ha llevado años en un hospital acudiendo diariamente a rehabilitación, y había visto casi todo tipo de añadidos humanos, así como de pronto, tanta gente maqueándose no causaba tan buena impresión.
Desayunamos todos juntos en el gimnasio del instituto, esta vez, acondicionado como un gran comedor y nos anunciaron al grupo que en este día visitaríamos la famosa playa de San José. ¡Parecía que el día prometía!
Al poco tiempo ya estábamos todo el personal ocupando los asientos del autobús que nos llevaría a aquel idílico lugar. Y como hay gente que no descansa en su ímpetu de dar ánimo, pues nada mas comenzada la marcha otra vez se nos vino encima una estruendosa canción. Estas eran aún más dañinas que las anteriores. ¿Intérpretes? .Gaby, Fofo y Miliki. ¡Casi nada!
Lo peor de todo no es que escucháramos estas conocidas canciones, sino que los monitores del grupo nos obligaban a cantarlas. Allí estábamos casi escondidos detrás de unos del asiento del autobús, mi pobre amigo, casi acharado y yo perplejo ante el espectáculo que veía. Mientras los monitores nos jaleaban. ¡Esos sevillano, esos sevillanos!. ¡Que se vea la grasia!.
Mientras por los altavoces del autobús nos insistían esos famosos payasos: ¡Vamos de paseo! ¡Pi, pi, pi! ¡En un coche feo! ¡Pi, pi, pi! Pero no me importa porque llevo tortas.
¿Torta? Eso es lo que le hubiera dado yo a esos entusiastas monitores. Una buena torta a cada uno para que nos dejaran vivir de una vez. No contento estos con que cantáramos las canciones, también se propusieron que la acompañáramos con palmas, salto desde el asiento, y saludos al fondo sur. Ya saben eso tan del futbol como es: ¡Hola fondo norte! ¡Hola fondo sur!.
Menos mal que la distancia entre el cabo de Gata y la playa de San José no es demasiada. Porque dos minutos más haciendo el ridículo y mi autoestima se hubiera evaporado para siempre.
Al llegar a la arena de la playa, los monitores se proponían que todos nos bañáramos en corro. ¡Eso dije yo, ahora sí que corro! Pero al más próximo chiringuito a hartarme de cerveza y olvidar esa insoportable vergüenza que habíamos soportado.

lunes, 9 de agosto de 2010

La botellita . Terroríficas vacaciones en el lejano oeste - 1ª parte


Cuando se acerca el verano, normalmente nos planteamos hacer un viajecito para esta época. A veces parece una necesidad, pero últimamente casi nos lo tomamos como una obligación. Da la impresión que si al reincorporarnos al trabajo en septiembre y a lo largo del verano no hemos ido a un lugar exótico y distante no somos nadie a los ojos de los demás.
Pero desgraciadamente este viajecito casi impuesto, orgullo estival, se puede convertir en una auténtica pesadilla, no solo porque te gastas tanto dinero que el resto del año continuamente te acuerdas de él, no tanto por lo que disfrutaste sino porque aún continuas pagándolo con las cómodas cuota de la Visa. A veces ni te ha gustado el lugar a donde has ido, y además ni siquiera la relación con los compañeros de viaje ha sido tan estupenda. Pero eso nunca lo reconoceremos de cara al exterior. En fin, que si lo piensas seriamente, a veces, lo mejor es no moverte de casa.
Hace años estaba yo en esas cábalas sobre el mes de mayo cuando apareció en mis manos en forma de folleto un estupendo ofertón.
Diez días en Almería, diez. Con todos los gastos pagados y por solo 50 euros. ¡No me digan que no era una oferta tentadora ¡ En pleno cabo de Gata, en un paisaje idílico y encima a mesa y cuchillo. Ah pero había un pero. No era una oferta para el público en general, sino solo para aquellos que somos discapacitados. La generosa Junta de Andalucía, nos ofrecía a todos aquellos que estábamos mancos, cojos, sordos, ciegos o con decenas de carencias más, juntos a los medios tarados, estas suculentas vacaciones. He de aclarar para no llevar a confusión, que yo entraba en el grupo de los medios mancos, gracias también como habréis leído en anteriores capítulos, a la seguridad social también de la generosa Junta de Andalucía.
En fin, que parecía que por fin iba tener recompensa lo de haberme tenido que operar tres veces de un brazo y pasarme cinco años de rehabilitación en un hospital.
Para colmo la oferta incluía poder llevar a un acompañante a tan idílico lugar y con el mismo reducido precio. O sea que por cien euritos te ibas de playa, te ponían cebón de comer y encima te podía acompañar tu mejor amigo, tu esposa o si lo deseabas hasta el kiosquero de la esquina. Vamos que en eso no se andaban con discriminaciones. Como verán todo facilidades.
Yo decidí proponérselo a un antiguo amigo, el hombre tenía pocos planes para ese verano, y como era más bien tímido y poco dado a tener iniciativas. Más que nada porque le cuesta mucho moverse, no por carencias físicas sino por comodón, y en este viaje se lo daban todo hecho, y acepto la propuesta.
Cuando llegó la fecha de viajar, lo recogí con mi automóvil en su ciudad y ambos marchamos alegremente a la prometida tierra del espagueti western español. He de reconocer que nos costó trabajo llegar a aquel lugar. Nosotros esperábamos encontrarnos un idílico hotelito de playa, pero cual sería nuestra sorpresa al descubrir que el lugar donde nos alojaríamos era un masacrado instituto de educación de la zona. Las habitaciones eran las aulas de los alumnos, repletas de incómodas literas y carentes de cualquier intimidad. Los servicios, distantes y escasos, eran los de los alumnos del centro y para guardar la ropa ni un minúsculo armario. ¡Vaya que desilusión! Cómoda se veía que no iba a ser la estancia pero aún la ilusión de pasar unos días en esa bonita tierra nos superaba. Así que hicimos de tripas corazón y para adelante.
Cuando llegamos en el centro había un gran barullo, todos los habitante se marchaban de inmediato a la playa. Nos instalaron rápidamente en las armoniosas estancias, y nos invitaron urgentemente que los siguiéramos , tras hacernos las preguntas de rigor. Que de donde éramos, que si conocíamos el lugar, etc. Además nos prometieron con una fe a prueba de bomba que nuestra estancia allí sería inolvidable. En eso tengo que reconocer que llevaban razón.
Pues serían sobre las diez de la noche cuando un numeroso grupo formado por gentes de diferentes edades, incompletas físicamente o carentes de un razonamiento coherente, nos encontrábamos en el centro de una hermosa playa almeriense formando corro alrededor de una gran botella de plástico vacía. Yo no sabía si eso era un rito de bienvenida o una extraña oración a las estrella. En fin, según una de las monitoras toda esta parafernalia se basaba en creer un juego de presentación en el que todos los componentes del grupo llegáramos a conocernos y descubrir el nombre de tus compañeros de estancia.
Pues bien, el juego consistía en que uno del componentes del grupos se colocara en el centro del círculo, mientras sostenía la botella en una de sus manos. Este daba a conocer su nombre y su lugar de procedencia en voz alta, mientras todos los que los rodeábamos y con un entusiasmo desmedido le tocábamos fuertes palmas mientras gritábamos con acompasadas voz. ¡La botellita, la botellita, la botellita! Tras tres veces emitido este original grito, el personaje situado en el centro del círculo entregaba la botellita a otro que formara el círculo para que hiciera lo mismo de nuevo. Así decenas de veces hasta que fueran saliendo todos los miembros del grupo.
Yo viendo el panorama poco a poco intenté aislarme del lugar, porque sabía que más pronto que tarde me tocaría a mí, pero mi amigo, un ser bastante tímido como dije antes, y deslumbrado por el extraño y ridículo rito, se quedo casi hipnotizado sin tener la suficiente picardía como para aislarse antes de que le tocara.
Efectivamente, a los pocos minutos, a mi amigo le ofrecieron la temida botellita. Desde entonces no he visto a un hombre con el rostro más enrojecido de vergüenza que él. El pobre llevado por el entusiasmo de los compañeros no tuvo más remedio que colocarse en el centro del círculo. Exclamar su nombre y pronunciar su lugar de procedencia con una tenue voz que más que un grito era una expiración. Para colmo al decir que procedía de Sevilla, el fervoroso público ya exaltado, ya idiotizado, no se le ocurrió mejor idea de que mi amigo bailara unas sevillanas. ¿Unas sevillanas mi amigo? Je, je. Un ser de incapaz de dar dos pasos con ritmo y muertecito de vergüenza. ¡No sabía el respetable público el milagro que pedían ¡
En fin, el pobre salió de aquel embrollo como pudo. Su mirada medio alucinada, medio perdida me buscaba como un loco descompuesto. Al descubrirme cerca del grupo y escondido tras una farola, intentando aguantar la risa como podía. Solo se ocurrió decirme. ¿Dónde te habías metido so cabrón? Yo creo que desde entonces cada vez que ve una botellita le entran unas enormes ganas de pegarle una enorme patada y mandarla lo más lejos posible.
Continuará, que esto solo acaba de comenzar

viernes, 30 de julio de 2010

La mano que mece la cuna



Hay historias que aunque aparentemente parecen divertidas en el fondo están tañidas de una tierna tristeza. De una de este tipo hablaré hoy.
Hace unos meses mi hermano realizó un viaje a Extremadura. En una de sus ciudades habita una de los mejores amigos de su infancia. Es usual que cuando visites a un viejo amigo, este, ya instalado en su nueva ciudad posea una serie de amistades nuevas y es normal que este te presente a las nuevas compañía.
Pues bien, estando mí hermano y mi cuñada allí, quedaron una noche para tomar unas copas por la ciudad. Con ellos iba el amigo de su infancia y su señora. Tras instalarse en un animoso bar, al poco rato aparecieron dos nuevos personajes. Una chica y un chico, ambos eran hermanos.
Como es habitual surgieron las presentaciones. El amigo de la infancia presento a los dos grupos que no se conocían. Cuál sería la sorpresa de mi hermano al comprobar que los nombres de los nuevos personajes eran los de Eo, para el chico y los de Ea para la chica.
Al principio mi hermano no se atrevió a preguntarles a estos el motivo por el que poseían estos peculiares nombres. Pero ya se sabe que la cervecita combinadas con buenos manjares, allana el camino de la confianza.
Mi hermano que para estas cosas es un tipo muy curioso. Dado el momento lanzó la pregunta que le rugía dentro de su cabeza: ¿Por qué poseéis esos nombres tan originales?
El esperaba una respuesta más o menos estándar. Que si eran las siglas de algo, o alguna cuestión que tenía que ver con sus apellidos. Pero la respuesta fue aún más sorprendente.
Resulta que los nombrados hermanos tenían unos padres que continuamente estaban fuera de casa por razones de un trabajo, bastante cansado, por cierto. Cuando estos, los padres, llegaban a su vivienda, no les quedaba más fuerza que para dormir. Los hijos muchas veces se tenían que dormir antes de que sus progenitores llegaran. Y como a veces les costaba encontrarse con el sueño, e imitando lo que otros padres hacían con otros chiquillos.
Ambos hermanos se sentaban en una mecedora, una para cada uno, y mientras empujaban estas con sus manitas para que se balanceaban. Cada uno de ellos emitía el sonido que otros padres le susurraban a sus pequeñines para que se durmieran.
Uno, el niño, mientras se balanceaba, emitía un tierno y sonoros: Eo, eo, eo. La niña hacía lo mismo con un liviano: Ea, ea, ea. Así los pobrecillos a falta de los mimos y acaricias de sus progenitores, estos eran acogidos solitariamente en los brazos de Morfeo.

jueves, 22 de julio de 2010

mis primeros libros


La semana pasada publiqué mis primeros libros. Sin ningún tipo de pretensiones solo por dar a conocer lo que durante años tejió mi mente. Uno es de poesía, años de derroches melancólicos derramados sobre un papel. Otro es mi obra pictórica y el siguiente y mi preferido sobre anécdotas y otras historias.
A este último me referiré. En la primera parte he mostrado una sugerente historia, plena de tintes autobiográficos. No quería dejar pasar el momento de expresar mi peculiar infancia, rodeado de personajes curiosos y extravagante. Vivida en los muros de una original casa andaluza. Aunque hace años que la escribí nunca me olvidé de ella, la tenía que exponer y año tras años pasaba el tiempo sin ver la luz.
La segunda parte del libro, está basada en anécdotas. Anécdotas reales y sentidas en primera persona o escuchada en mi círculo más cercano.Con un toque de humor y otro de ironía. Nunca creí que una vida diera para tanto.
Ahora gracias a las nuevas tecnologías cualquier persona que lo desee puede publicar sus libros. Tanto en formato digital como en papel. Esta es una buena noticia, para los autores desconocidos, para los nos divulgados, para gentes sencilla, fuera de los grandes campos del mercantilismo. O sea para casi todos nosotros.
En http://www.bubok.es encontré este instrumento para airear mis palabras al viento. Si alguien quiere recogerlas, aquí le doy la dirección a donde dirigirse http://currogutierrez.bubok.com .
Anímate y muestra parte de ti. Que una vida sin compartir tiene menos de vida.

martes, 20 de julio de 2010

Dibuja con perspectiva

Dibuja con perspectiva
Dibujas con perspectivas - Diferentes vídeos