
Pio Baroja, solía decir: “Soy distraído, por estar abstraído”. Eso es precisamente lo que me pasa a mí, que estoy siempre pensando en otra cosa mientras hago algo.
El otro día decidí dar un limpiadillo al coche, porque con esto de las lluvias pasadas, no veas la de barro que tenía la alfombrilla. Pues bien, me dirigí a la gasolinera con esta intención. Ya que estaba allí se me ocurrió echar algo de combustible. Me acerqué al primer surtido, y me di cuenta que la entrada del combustible quedaba al otro lado de este. Me volví a cambiar de surtidor y otra vez me pasó lo mismo. Hasta tres intentos tuve que hacer hasta conseguir posicionar la entrada del combustible del coche con la situación de la manguera.
Después me marché a limpiar el interior del coche. Realicé mi tarea y me puse en marcha con destino a Sevilla.
A los pocos minutos noté como el coche no funcionaba del todo bien. Y ahora comencé a preguntarme qué tipo de combustible había echado. El coche cada vez iba dando más trompicones. Y yo meditando si había echado gasolina o gasoil en el depósito.
Repasé una y otra vez en mi memoria, el momento en que hice tal tarea. Pero aún no he conseguido recordar claramente que tipo de energía derrame sobre el motor. Lo único que sé es que a partir de ahora no me hace falta una moto para hacer el caballito.