Tras una tormentosa noche de agua y truenos sobre Sevilla y
al estar esta mañana el aire tan limpio y el sol reflejado en los charcos,
decidí ir a desayunar a algún bar. Por culpa de la crisis, hace ya varias semanas
que no lo he podido hacer. ¡Hay que ir
ahorrando ¡ ¡Que después nos dicen que vivimos por encima de nuestras
posibilidades ¡
Cerca de mi casa de Sevilla cuento con bastantes bares, pero
son tres de ellos lo que suelo escoger
para tomar el primer alimento del día.
Esta vez me decidí por el que se encuentra enfrente del antiguo ambulatorio de
María Auxiliadora.
Ya cuando llegué un solitario camarero se desgañitaba
contando a unos de sus clientes, con el cual debía tener bastante confianza, su
azarosa vida sexual , cosa que a los demás clientes nos importaba un pimiento pero que nos tuvimos que enterar sin remedio
de lo que gritaba el chaval.
Tras dejar su efusiva información se dirigió a mí
solicitándome que le informara que deseaba tomar. Le indique que un café descafeinado
y un mollete con mantequilla. ¿De máquina o de sobre?. Me interrogó. ¡De
máquina, de máquina y el mollete tostaito, por favor!. Así le respondí.
Tras situarme en una
de las mesas y sentado justamente frente a la enorme cristalera del local para
vislumbrar que veía en la avenida ví que en ese preciso momento un coche de la policía
municipal se cruzó en esta y corto la calle hacía una dirección.
Mientras miraba este suceso me vi sorprendido de un conocido
ruido que provenía de la cocina del bar, aquel que te señala que se ha quemado
el pan en el tostador y se produce al intentar quitarle a este la zona dañada
con un cuchillo.
Tras esto el activo camarero volvió a la barra , justamente
delante de una enorme estampa del Cristo de lo gitano, tras mirar hacia la calle
y ver lo que había ocurrido, comenzó a dialogar con su conocido cliente de esta
manera:
-Otra vez nos van corta la calle. ¿Será posible?. Cuando no
es un marathón, es una carrera ciclista y si no una manifestación contra el
racismo. Todo el domingo nos fastidian igual.
Curiosa lista de elencos que
interrumpen la anodina vida de esa avenida un domingo. Perfectamente
enumerados pero con escaso rigor. Se le olvidó nombrar la mayor de las
acciones, de las causas porque en Sevilla se cortan las calles continuamente.
¡Las procesiones!. Si, porque para el que no sepa aparte en la semana santa, y
que conste que a mi me gustan, donde las
procesiones pueden ocupar 14 horas de la 24 de un día, el resto del año en Sevilla hay procesiones casi todos los
fines de semana del año que cortan
continuamente la circulación del trafico, impiden ir a los cuidados a sus casas
o trabajo y dejan el asfalto cubiertos de pétalos de flores o de cera.
Tras este poco riguroso comentario del camarero se acercó a
mí para servirme el ansiado mollete y no se porque salí de allí un poquillo
chamuscado.
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