Uno de los momentos que suele recordar uno para toda la
vida es aquel en que aprueba el carnet
de conducir. Para los padres otro momento importante es el del nacimiento de un
hijo. Para los niños el día de la primera comunión, aunque yo con eso me llevé
un chasco. A mí me dijeron las monjas que sería el día más feliz de mi vida. ¡
Psicc no estuvo mal ¡ ¿Pero el más generoso de toda
mi existencia ? . No, rotundamente no. ¡Menos mal!. Tú te figuras que con ocho
años vive el día más gentil de tu existencia. ¿Qué ilusión te queda ya para el
resto?.
Pero retornando con el primer momento nombrado, quisiera
relatar una curiosa anécdota que me contó hace un tiempo un compañero de
trabajo, el gaditano Julián.
Yo no sé si el día de la comunión para algunos habrá sido su
jornada más feliz pero lo que si estoy seguro es que el día en que uno se
examina del carnet de conducir, es una de las jornadas en la que uno siente una
mayor cantidad de nervios. Hay gente que para superar esto se toma unas buenas
copitas de coñac, otros se acogen a San Cristóbal, usan la magia, la superstición
y hasta sus dotes seductoras.
Me contaba mi compañero de trabajo Julián que conoció a una muchacha
que era terriblemente nerviosa. Por supuesto esas alteraciones se le
incrementaron más el día que tenía que examinarse. Tras rezar varios padres nuestros,
tomarse varias copitas de coñac, un par de relajantes musculares y completar
sus bolsillos con patas de pollo notaba como sus nervios no le remitían y llegado
la hora del trance se lanzó como un torero al ruedo.
Delante suya aparcó el coche donde debía de ser examinada,
desde este y desde la puerta del conductor salía un descorazonado mozalvete
emitiendo sonidos que aquí, por su grosería, no me atrevo ni a escribir ni en
chino. Tras esto la muchacha penetró en el coche de la manera más rápida
posible. En el asiento de al lado de
ella se encontraba su profesor de autoescuela haciéndole disimuladas señas para
que se calmara, tras este , y en la parte de atrás del coche el examinador.
Nerviosamente la muchacha se colocó el cinturón de
seguridad, tras esto situó el espejo retrovisor de manera adecuada, también lo
hizo con los exteriores y se santiguó. Tras hacer este acto de clamor al cielo oyó
una voz prominente tras su espalda, que
le interrogaba constantemente con estas palabras : ¿Se llama ¿. ¿Se llama?.
Tras expresar una
enorme rostro de incredulidad y dudar un momento, se quitó el cinturón de
seguridad, abrió la puerta del coche,
salió de él, cerró esta y golpeando con los nudillos de su mano derecha la puerta
, expreso un acongojado: ¿Se puede?..
Esta anécdota nos dio la oportunidad de rodar este simpático
cortometraje
Mi último cortometraje en dos tipos de forma de rodar
EL EXAMEN - PLANO SECUENCIA
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