bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

domingo, 25 de abril de 2010

la feria de todos los albaneses


Hoy se acaba la feria de Sevilla, y aún ni la he pisado. Por ahora no tengo intención de hacerlo, porque es más difícil entrar en una caseta que te toque la lotería. Aunque la delegada de fiesta sevillana diga que la feria de Sevilla no es un coto cerrado, porque cada uno tiene un primo, un hermano o un amigo que posee una caseta y te invita allí. Pues no sé si será que tengo pocos familiares, pero yo a veces que ido, y me he dedicado a dar vueltas y vueltas por el reciento ferial y no me encontrado a ningún pariente que me invite a su caseta.¿ O la delegada de fiesta pertenece a una familia muy numerosa o hizo estas declaraciones después de jartarse de rebujito?.
Puesto así la historia, me imagino la cantidad de amigos que tendrán los noruegos, alemanes y albanos que se dejan caer por aqui. Supongo que llegará el susodicho alemán al recinto ferial y preguntará en el puesto de información. ¡Oiga , por favor!. ¿Me pueden decir en que caseta se encuentran mis amigos?.Y una señorita elegantemente vestida de flamenca le indicará amablemente al lugar donde debe dirigirse. ¡Eso sí que es información!.
Claro que reconozco que la feria es bonita, estéticamente hermosa. Con sus farolillos, su noria y sus puestos de turrón. Aunque yo ya me he cansado de ver durante muchos años, miles y miles de farolillos, y mira yo ya no estoy para andarme varios kilómetros y ver un puñado de objetos redondos suspendidos.
En fin, prefiero quedarme aquí en mi casita tranquilo, y que la delegada lleve un puñado mas de familiares. Que luego dicen que en la feria no cabe ni un alfiler, y no vaya a ser que por ir yo, la susodicha eminencia no pueda dejar entrar en su caseta a su primo lejano de Cuenca.

sábado, 17 de abril de 2010

el tío de la vara


Cuando sale uno a dar un paseo, normalmente ocurren cosas curiosas que nos llaman la atención. Una conversación, un personaje pintoresco, un suceso extraño y no habitual. Aunque, a veces sea una lata cargar con la pesada carga de la máquina de fotos o de video, muchas veces tiene su recompensa.
Yo en esta pasada semana santa he estado casi todos los día con la cámara en ristre, tanto que ya se sentía un intenso dolor en el brazo de estar todo el tiempo grabando. He realizado videos buenos, otros mediocres y otros para tirarlos.
Quizás el video más divertido, es este al cual aquí pongo un enlace. Transcurría pacíficamente la cofradía de los Negritos de Sevilla por la puerta Osario. Delante del paso de Cristo aparecían los diferentes monaguillos y acólitos que le antecedente. También iba en lugar privilegiado y en tono mandón, el tío del medallón. Supongo que ese cargo tendrá un nombre técnico, pero yo ahora mismo no lo recuerdo. Pues bien el tío del medallón, todo serio y dotado de una gran dosis de mando se dispuso a ordenar a sus acólitos con su supervara que continuaran el desfile, cuando de pronto sucedió lo que se vislumbra en el video. ¡Un mal día lo tiene cualquiera!
Claro que para video de primera, fue el que sorprendentemente vislumbre en Cádiz hace años. La pena es que en ese momento no disponía de una cámara.
Yo me encontraba con una amiga dispuesto a cruzar un semáforo, cuando de pronto de una calle cercana surgió una ambulancia a toda velocidad, y con la sirena a tope. Giró a una alta velocidad la esquina de la calle, cuando de pronto se le abrió el portón trasero del automóvil. De repente, y desde dentro de la ambulancia se salía un enfermo recostado en su camilla. ¡Había que ver la cara del enfermo! Todo aterrorizado. Mientras los enfermeros que se encontraban dentro de la ambulancia procuraban que la camilla no cayera al suelo. Por fin la ambulancia paró y pudieron reintegrar al enfermo al interior. Yo cada vez que recuerdo este suceso, no hago más que cavilar que como el pobre del enfermo padeciera del corazón, ese día lo remataron.

Dibuja con perspectiva

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