bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

viernes, 14 de agosto de 2009

el torito Jesulín


Hace unos años siendo profesor en uno de los institutos del Aljarafe sevillano oí contar una de las anécdotas más curiosas y divertidas que recuerdo.
Normalmente los profesores en los periodos del recreo o en alguna hora que en que no tenemos clases nos solemos reunir en pequeños grupos en la sala de profesores. Es normal que cada uno comente las incidencias que ha vivido durante el día en las aulas. Algunas suelen ser bastantes divertidas, otras rayan lo trágico.
Pues bien, un día en que me encontraba reunido con mis compañeros de instituto oí comentar a una profesora de lengua el siguiente relato.
Como cada día esta profesora solía leer algún trozo de narrativa castellana y como evidentemente en cada narración aparecían determinados vocablos desconocidos por el alumnado, al finalizar la clase, la profesora encargaba a los alumnos que anotaran aquellas palabras que no comprendían, para que mas tarde, ya en sus casas, los alumnos encontraran su significado en el diccionario.
Normalmente era un grupo de 6 o 7 palabras las que los alumnos solían buscar. Al día siguiente la profesora le preguntaba a algún alumno si las habían encontrado y cual era su significado.
Desde el primer día a la profesora le llamó la atención la respuesta de un alumno. Cuando la profesora le preguntaba a este alumno si había encontrado el sentido del grupo de palabras a buscar, este contestaba que algunas sí y otras no.
A la profesora después de varios intentos le extrañó como este alumno, por cierto bastante aplicado, podría encontrar unas palabras sí y otras no.
Al día siguiente se decidió a averiguar las causas de este desconcierto.
Llego ese día al aula del curso de eso y nada más comenzar la clase preguntó al alumno.
-¡Vicente!, pongámosle como ejemplo este nombre por lo del renombrado y repelente niño, ¿Has encontrado el significado del grupo de palabras que ayer dicte?
-Señorita, de entusiasmo, maquiavélico y social sí, pero de heroico, iluminado y excéntrico, no.
-Vicente. ¿Seguro que las has buscado bien?
-Por supuesto señorita, pero en mi diccionario no vienen.
La profesora se encontraba bastante extrañada por lo que persiguió en sus preguntas.
-Pero Vicente, si son palabras fácil de encontrar en un diccionario. ¿Es que acaso no tienes uno?
-Por supuesto señorita, en mi casa y junto al televisor tenemos el Espasa.
El asombro de la profesora fue aumentado por minutos, por lo que continuó indagando.
-Pues si tienes una enciclopedia tan enorme y de calidad .Cómo es posible que no encontraras todas las palabras?
-Pero seño es que no tenemos la enciclopedia completa.
-O sea que te falta algún tomo.
-No señorita los tenemos todos, muy limpios y muy bien ordenados, pero es que no están enteros.
-¿Cómo? ¿Qué les faltan página?
-No señorita es que la parte de arriba de los libros no las tenemos.
-¿Pero eso no es posible?
- Si seño, se lo juro. Es que mi padre, un día que no tuvo que ir al trabajo, se encontró por el pasillo del bloque a un vecino que era representante de libros. Y como este vecino es capaz de convencer a cualquiera de que todo lo que vende es buenísimo, pues convenció a mi padre para que comprara la enciclopedia. A mi madre a la semana siguiente casi le dio un jamacuco cuando unos señores vestidos con monos azules depositaron en mi casa 6 cajas enormes y llenas de libros.
- Pero Vicente es que a tu madre no le gusta leer.
- Leer si le gusta leer, porque el Pronto y el Hola bien que se los lee. Pero a ella le gusta tener la casa muy ordenada y limpia y cuando vio tanto libros no sabía donde colocarlos.
- ¿Y entonces que hicisteis?
- Pues la solución la doy la abuela. Porque mi abuela vive con nosotros desde hace tres años, desde que se murió el abuelo. Y cuando vino a vivir a nuestra casa se trajo algunos muebles, entre ellos una vieja estantería de madera. En ella la abuela tenía colocada su vajilla de cuando se casó, su virgen del Pilar y un torito de cartón grande y negro que me prestaba los domingos para jugar con mi hermano al Jesulín.
- La abuela dijo que no quería ver mas la vajilla de casada, porque le daba mucha pena al recordar al abuelo, y que el muerto al hoyo y el vivo al bollo. También dijo que ella se había vuelto atea y que los niños, mi hermano y yo, éramos ya muy grandes para jugar al Jesulín, así que si mi madre quería podía utilizar la estantería para colocar los libros de papa.
- ¿Y tu madre que dijo?
- Decir lo que se dice decir no dijo nada. Comenzó como una loca a quitar vasos y copas de la estantería hasta que solo que quedó el torito Jesulín. Entonces dijo. ¡Hijos, estos libros hay que tenerlos colocados para cuando llegue papa! Así que a ponerlos en la estantería por orden.
- ¿Y cupieron todos?
- -Caber si cupieron todos, pero no enteros, pues la estantería de la abuela era menos alta que la altura de los libros.
- -¿Y entonces? ¿Que hicisteis?
- Pues nada seño, mi madre dijo que no había dinero para otra estantería y que ella desde luego no iba a dejar los libros en el pasillo para que se cayera cuando traía la sopa. Y como según ella a los libros solo le sobraba 5 cm que eso eran minucias y que tenía solución.
- Envió a mi hermano Pedrito a casa del vecino del 2º, que era un señor muy manita y tenía echa hasta una Giralda de palillos de la ropa. Le dijo a mi hermano que le pidiera al señor Juan un serrucho y que ya se lo devolvía. Ah y que no le diera la señora Lourdes, a mi hermano, ninguna de las rosquillas que hace, pues ya mi hermano había estado con diarrea la semana anterior por culpa de los dulces de la Lurdes.
- Al rato llegó mi hermano con el serrucho, y después de medir uno a uno todos los libros, les cortamos a estos los 5 centímetros de arriba. Y ya seño cupieron todos, y quedo muy bonito, aunque hay palabras que encuentros y otras no. Ah por cierto, tuvimos mucha suerte, porque en la estantería quedo un huequecito para el toro Jesulín, y ahora lo tenemos entre el tomo 88 y el 89, de torero a toro.
Por supuesto sobra cualquier comentario sobre la expresión que pudo poner la profesora. Ya solamente puedo comentar que una vez más, y dado el carácter de estos tiempos, la estética volvió a vencer a la ciencia, pero no al toro Jesulín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dibuja con perspectiva

Dibuja con perspectiva
Dibujas con perspectivas - Diferentes vídeos