bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

sábado, 26 de septiembre de 2009

el sábado


¡Que bonito es un sábado por la mañana! Si esta soleado y fresquito, mejor que mejor. En el sábado no tienes que poner el despertador para que te avise y tampoco te quema la angustia del domingo por la tarde, pensando que el lunes tienes que volver al trabajo .¿ Que tendrá o que no tendrá el trabajo que cuesta tanto retornar a él?

¡Que bonito un sábado al mediodía en plaza sevillana del Salvador! Viendo como las gentes se divierten y dialogan. Como se reencuentran los amigos. Y que placer más simple el de comerte un cartucho de papas fritas con una cervecita fresquita, fresquita. Y en la gaditana plaza Mina. ¿No es precioso un sábado al mediodía ?

Aunque bonito eran los sábados de mi niñez, por la mañana a jugar. ¿Y por la tarde? El gran festín del televisor, para una vez que no cortaban la emisión por la tarde. La hora buena comenzaba después del telediario. ¿Quién no recuerda a Mazinger Z? .Aquella Afrodita que se dejaba los pechos por su eterno amor de hojalata. ¿Y Heidi? Y que pechá de llorar con Marcos.

Después de los dibujitos, la película. Da igual de lo que fuera. De indios, de romanos, etc. Los críos somos poco selectivos para eso. Casi todo nos gustaba.

Ya en la adolescencia después de la peli venía Aplauso, que nos enseñaba como ser un “travolta”.

A casi todo el mundo que conozco le ha gustado el sábado. Digo casi, porque a mi abuelo le espantaba. Es el día que más temía.

Me abuelo se llevó varios años postrado en la cama, motivado por una enfermedad respiratoria. El pensaba que se moriría en sábado. Y cuando ya estaba bastante enfermo y llegaba el sábado, se echaba a temblar, se aterrorizaba pensado que se moriría. Acababa este nombrado día y retornaba a la normalidad, si normalidad hay para un enfermo crónica. Desgraciadamente acertó en sus predicciones. Un sábado cualquiera se lo llevó.

sábado, 19 de septiembre de 2009

una de dentadura


Cuando tenía unos diez años, me rompí dos dientes, concretamente las paletas superiores. Fue en una noche tonta de verano, mientras jugaba al pichar en el campo de mis tíos. Como ya había mudado los dientes no tuve más remedio que continuar mellado durante bastante tiempo, porque también era demasiado pequeño para tener dentadura.

A partir de entonces el dolor de dientes para mí fue una constancia durante bastantes años. Decenas de noche pasé sufriendo por este motivo. Cuando ya pude ponerme una dentadura, fue a un dentista que había en mi pueblo, un señor algo temeroso para ser dentista.

Recuerdo la primera vez que me dirigí a su consulta. El buen señor dudaba si extraerme los pedazos de paleta que me quedaban. Ya sabemos todo que ir al dentista no es nada agradable, y que uno duda mucho en ir, pero lo que no es normal que el que dude sea el dentista.

Estaba yo situado de pie delante del doctor, mientras este tenía el siguiente diálogo.:”Saco los dientes, no saco los dientes”. Su inquietud la estaba expresando en voz alta y yo enterándome de sus intenciones. Así se llevo el sacamuelas durante varios minutos. Que si, que si no. A todo estos mi miedo acrecentándose. De pronto anunció el veredicto. Aún era demasiado joven para extraerme los dientes. Cuando tomó la decisión yo ya estaba en el suelto desmayado por el efecto de la tensión.

La próxima vez que me citaron para ir al dentista, yo me escapé. Salí corriendo y no paré hasta perder el pueblo de vista.

Con el paso del tiempo me coloraron una dentadura postiza para tapar el hueco dejado por las paletas. Recuerdo ahora los días en que impartía clase en un instituto de Arahal.

Había ido a tomar un café con los compañeros de trabajo. Cuando regresaba por el patio del recreo del centro comenzó a llover, no tuve más remedio que salir corriendo, con tan mala suerte que la dentadura se salió de la boca y llegó a chocar contra un muro del centro. Los alumnos al oír el ruido preguntaron que ello a que era debido, les dije que a una piedra que había arrastrado en mi carrera. Mientras tanto yo, muy cucamente recogí mis desperdigados dientes postizos. Que por cierto se rompieron.

Al rato le tuve que pedir permiso al profesor para poderme marchar a mi casa. Hubiera sido víctima de las bromas de los alumnos si hubiera impartido una clase mellado. Sobre todo por la pronunciación.

En fin, yo no sé si en boca cerrada no entran mosca, pero desde luego con la boca abierta se te pueden escapar los dientes.

lunes, 14 de septiembre de 2009

no me gusta la palabra respeto


Hay palabras que no me gustan, y entre ellas la palabra respeto. Siempre que la he oído le he intuido al que la emite un aire de superioridad y de verdad absoluta. He de decir también, que no creo en las verdades absolutas.

Recuerdo cuando niño cuando una pareja aprovechaba un momento de ternura y soledad y se daban un beso, siempre que alguien los sorprendía, en principio le dedicaba una mirada inquisidora y a continuación le aplicaba la siguiente frasecita: “Por favor, un poco de respeto”.

Y yo me pregunto: ¿Hay algo más respetable que el amor? ¿No es menos respetuoso las miradas inquisidoras que algunas gentes emiten por la calle a aquellas personas que no van vestidas como cree según su decoro? ¡Que palabra más horrible es decoro!

Los que piden respeto lo defienden argumentado en que hay niños, a que estemos en un lugar sagrado. Como si los niños y estos especiales lugares fueran suyo. Los respetuosos son muy posesivos. El mundo, la verdad, la razón siempre, siempre son suyos.

La gente que piden respeto no suelen admitid otras opiniones o posturas. Se creen paladines de la verdad. Nunca se hacen preguntas.

Recuerdo una anécdota concerniente a este tema que me ocurrió en una Semana Santa de Sevilla. Como sabemos en esta ciudad y durante este tiempo desfilan por las calles miles de nazareno. Desde primera hora de la tarde hasta altas horas de la madrugadas. Estas procesiones cortan el tráfico en numerosas calzadas y por bastante tiempo. A todo esto he de decir que soy un admirador de la semana santa en su aspecto cultural, y a pesar de lo que pueda poner más adelante es una manifestación que me maravilla, por lo de popular y artística.

Pues bien estaba yo viendo con un amigo el desfile de la cofradía de la Macarena, una de las más populares de Sevilla, con alrededor de 2000 nazarenos. De pronto mi amigo recibió una llamada a su móvil requiriéndolo inmediatamente en su casa. Para llegar a ella tendríamos que cruzar la cofradía. Lo intentamos por decenas de lugares y era prácticamente imposible por el número tan elevado de público que veía el desfile. Al cabo de cierto tiempo, y ya con mi amigo desesperado por la urgencia, logramos poder cruzar la primera fila de espectadores.

De pronto estábamos en medio de la procesión mientras intentábamos cruzar al otro lado. Al momento se nos acercó un nazareno y con voz autoritaria y prácticamente amenazándonos con su cirio, nos dirigió la impía frasecita. “Por favor, un poco de respeto”.

Fue dicho esto y mi amigo volverse hacia él, dirigiéndole las siguientes frases: ¿Respeto? Respeto tenerlo vosotros con lo demás, que lleváis 7 días impidiéndome ir a mi casa, molestándome con vuestra música y vuestras campanas y ensuciándome las calles con vuestra cera.

Tampoco entiendo a aquellas personas que censura a otras porque entran en un recinto sagrado vestidos de una manera más informal. ¿Es que acaso Jesús no aparece en la iglesia casi desnudo? .¿Y eso le quita dignidad? Indigno y poco respetuoso es un burka, que convierte a una mujer en un ciudadano de segunda clase. ¿Es que acaso por nacer desnudo somos menos nobles?

No creo que al final el nazareno se planteara que él no tiene razón. Las gentes que pide respeto solo tienen una verdad verdadera, la suya.

Así que ignoremos esa desagradable palabra y cambiémosla por tolerancia, diversidad, civismo, libertad de opinión, todas ellas más democráticas y menos contaminadas.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Encarna


Encarna era la única vecina que teníamos cuando vivíamos en el piso de estudiante de la calle San Felipe, calle famosa en Sevilla por pertenecer a esta el renombrado bar del Tremendo, donde se tira la mejor cerveza de la ciudad. Encarna por su carácter y su forma de ser hacía por una comunidad entera. Habitaba la vivienda que justamente estaba por debajo de la nuestra, por eso, a Encarna lo que más le molestaba era el ruido que provocaba los tacones de las amigas que nos visitan.

Sería una mujer de unos sesenta años, de aspecto de señora recién salida de una película de Fellini, entradita en carnes, como se dice por estos lares y con unos enormes pechos.

No era extraño encontrarse a Encarna refrescándose sus enormes tetas y con la ayuda de un lebrillo lleno de agua, en la azotea del bloque .Ella decía que era lo mejor para combatir el calor.

Lo más característico de Encarna era su voz. Una voz aguardentosa y profunda, que ayudaba aún más a confirmar su bravo carácter.

Como era soltera se le ocurrió insertar un anuncio en el diario ABC para encontrar una pareja. Estando yo hablando con ella en el rellano de la escalera, un día apareció un señor con el diario mencionado dirigiéndose a esta enseñándole el anuncio publicado. Yo no sé si fué por vergüenza de que yo me enterara de su iniciativa o porque el señor no le gustó, despidió a este de mala manera, diciendo que aquel anuncio no era suyo. Además le advirtió al inesperado visitante que como se le ocurriera molestarla otra vez sabría lo que duele el palo de una fregona.

Encarna vivía con un perro viejo y pulgoso, además de con una hermana “fantasma”. Digo lo de fantasma porque jamás la vimos, ni la oímos. Lo de la hermana nos enteramos una vez que ella se iba a ir a operar a un hospital y como tardaría varios días en volver, nos aconsejó que no armáramos mucho ruido en aquellos días. Porque aunque ella no estaría en la vivienda, si se encontraría su hermana, que además de paralítica, no hablaba nada porque era muy tímida.

Nosotros, los estudiantes que vivíamos en el piso, no sé si para comprobar si existía la fantasma o porque nos habíamos librado del yugo de la vecina, nos montamos un pedazo de fiesta, que por cierto, a la hermana de Encarna no le molestó nada. Por lo menos no dijo ni pio

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Se nos va el verano


Adios a la playa y a los chiringuitos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

una rara casualidad


Desde hace varios meses me está sucediendo un extraño fenómeno. No sé muy bien cómo explicarlo, pero me tiene algo preocupado. Resulta que cada vez que vislumbro una cifra esta suele ser sumamente significativa.

Este inusual fenómeno me puede suceder en el lugar del trabajo, en mi casa, conduciendo por la carretera e incluso paseando por la calle.

Pongamos por ejemplo que en ese momento estoy impartiendo una clase y por casualidad me da por mirar el reloj. Y aquí empieza a manifestarse el fenómeno. O son las 10:10, o son las 12:12 .El número que se me repite con más asiduidad es las 11:11. Todos son dígitos especialmente llamativos porque se vuelve a repetir la cifra.

Si voy conduciendo por la carretera y se me ocurre mirar el kilómetro por el que transito, suele salir un número parecido a este: El 555, o el 202. Corresponde a un número capicúa o alguno en que se repite una cifra.

A veces incluso me da por mirar el cuentakilómetros de mi automóvil, y el fenómeno se renueva. Aparece un numerito un poquito significativo.

Este acontecimiento se me vuelve a aparecer cuando miro el despertador cuando me despierto de madrugada, si voy paseando por la ciudad y miro un reloj de esos que hay colocados en aceras de las calles, si compro un boleto de la lotería, si me dan un numerito para la consulta del médico y hasta si me peso.

Una tarde me encontraba reunido con mi hermano y mi cuñada en la terraza de un bar. Se me ocurrió comentarle el tema del que estoy hablando. De pronto mi cuñada me preguntó qué hora tenía para ver si se reproducía el fenómeno. Eran exactamente las 20:08. Al principio no me di cuenta de la coincidencia y le dije que esta vez no había vuelto a suceder el fenómeno. Claro que al rato comprendí, que en cristiano eran las ocho y ocho.

En fin, yo no sé si esto que me pasa será bueno o malo, si me va tocar un montón de millones o me va a pillar un tren. Por ahora no me ha sucedido nada especial. Si alguien sabe interpretar estas señales que me persiguen casi desde hace un año y quiera darme alguna pistilla sobre lo que significa, por aquí ando para recibir su comentario .

Dibuja con perspectiva

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