bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Encarna


Encarna era la única vecina que teníamos cuando vivíamos en el piso de estudiante de la calle San Felipe, calle famosa en Sevilla por pertenecer a esta el renombrado bar del Tremendo, donde se tira la mejor cerveza de la ciudad. Encarna por su carácter y su forma de ser hacía por una comunidad entera. Habitaba la vivienda que justamente estaba por debajo de la nuestra, por eso, a Encarna lo que más le molestaba era el ruido que provocaba los tacones de las amigas que nos visitan.

Sería una mujer de unos sesenta años, de aspecto de señora recién salida de una película de Fellini, entradita en carnes, como se dice por estos lares y con unos enormes pechos.

No era extraño encontrarse a Encarna refrescándose sus enormes tetas y con la ayuda de un lebrillo lleno de agua, en la azotea del bloque .Ella decía que era lo mejor para combatir el calor.

Lo más característico de Encarna era su voz. Una voz aguardentosa y profunda, que ayudaba aún más a confirmar su bravo carácter.

Como era soltera se le ocurrió insertar un anuncio en el diario ABC para encontrar una pareja. Estando yo hablando con ella en el rellano de la escalera, un día apareció un señor con el diario mencionado dirigiéndose a esta enseñándole el anuncio publicado. Yo no sé si fué por vergüenza de que yo me enterara de su iniciativa o porque el señor no le gustó, despidió a este de mala manera, diciendo que aquel anuncio no era suyo. Además le advirtió al inesperado visitante que como se le ocurriera molestarla otra vez sabría lo que duele el palo de una fregona.

Encarna vivía con un perro viejo y pulgoso, además de con una hermana “fantasma”. Digo lo de fantasma porque jamás la vimos, ni la oímos. Lo de la hermana nos enteramos una vez que ella se iba a ir a operar a un hospital y como tardaría varios días en volver, nos aconsejó que no armáramos mucho ruido en aquellos días. Porque aunque ella no estaría en la vivienda, si se encontraría su hermana, que además de paralítica, no hablaba nada porque era muy tímida.

Nosotros, los estudiantes que vivíamos en el piso, no sé si para comprobar si existía la fantasma o porque nos habíamos librado del yugo de la vecina, nos montamos un pedazo de fiesta, que por cierto, a la hermana de Encarna no le molestó nada. Por lo menos no dijo ni pio

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dibuja con perspectiva

Dibuja con perspectiva
Dibujas con perspectivas - Diferentes vídeos