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Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.
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miércoles, 22 de agosto de 2012

Los primeros kilos que caen - Hipnosis para adelgazar 2

Llevo ya más de 40 días intentando adelgazar mediante la hipnosis. Ya he ido a 3 sesiones, el próximo jueves será la última. ¿Y va funcionando? Pues yo diría que si, en este tiempo he perdido alrededor de 6 Kilos, aunque no lo sé con seguridad porque ayer mi báscula se volvió loco, y lo mismo había perdido 4 kilos que 8. Así que no es muy fiable, un día dice una cosa y al rato otra. Parece un político actual. Pienso que lo mejor será cambiarlo, tanto el peso como a los políticos.


Desde la hipnosis como con mucha más calma. Para mí la cerveza es como si no existiera y los helados solo los como por necesidad. Digo por necesidad, porque el otro día mi sobrina compro 3 tarrinas, una para ella, otra para su madre y otra para su abuela. Y como no tenían demasiado apetito la dejaron en mi congelador, con tan mala suerte que o me las cómo o no tengo espacio dentro de él para otras cosas. ¡A veces es que la vida te fuerza hacer cosas que no quieres ¡Y yo de vez en cuando tengo que comerme una para dejar espacio a los ajos congelados. Pero la verdad, lo hago con pocas ganitas, aunque el de ayer que era de tarta de queso estaba muy bueno.



En general como mucho menos y con menos ansia. Lo que si no acabo de controlar del todo es la bebida. De tinto de verano sin alcohol me tomo litros, y aunque sé que casi no tiene calorías, en el fondo de mi conciencia parece que algo me dice que no esta bien. Continúo haciendo el mismo ritual que anteriormente, pero a veces cambio la palabra comer por beber. Y comienzo el ritual diciendo, mientras me golpeo en el pecho.: “aunque siento ansias de comer beber me quiero y me acepto. Voy a intentar ponerlo en youtube para que lo veas. Pinchado aqui verás el video, no es muy fiable, porque no se si lo hago bién, pero es para que te hagas una idea aproxximada.

Por los demás las camisas y los bañadores van cediendo, ya no mee están ajustadas, ajustadas. Lo voy notando día a día, y sin gran esfuerzo. Además de la hipnosis he de decir que esta lo acompaño con acupuntura. Mi cuñada está estudiando un curso de esto y yo le estoy sirviendo como conejillo de indias. ¡No veas cómo me tiene las orejas ¡. Todas llena de esparadrapo. Me las suele poner para calmar la ansiedad, y siendo sincero me va bien. ¡Muchas gracias cuñada ¡.

Hoy tendré que hacer una prueba de gordo. ¿Qué qué es eso?. Pues grabarme en video, mientras enseño la barriga, quisiera seguir todo el proceso de reducción de peso mediante este sistema, y cuando pase un tiempo hacer un montaje, con el antes y el después, como si fuera un mal anuncio de la televisión a las 3 de la mañana. En fin, que esto va funcionando, algunos días mejor que otro, pero con paciencia creo que se conseguirá.









martes, 10 de julio de 2012

Adelgazar por hipnosis 1 - El comienzo


Dentro de pocos días, concretamente el 22 de julio, se cumplirá mi primer aniversario. Mi primer año de abandono de la nicotina. Era una tórrida tarde de julio, cuando en la lejana sierra de Cádiz comenzaba esta aventura, esta emocionante batalla contra un incansable enemigo llamado tabaco. ¡Je, je! ¡Que épico me ha salido! Tampoco ha sido para tanto. Ni he sufrido, ni me comidos las uñas. Fue todo tan fácil que hasta le ha faltado emoción. Simplemente un par de horas de hipnosis y se acabaron los jersey que olían mal, se acabó que alguien te dijera que besar a un fumador es como besar a un cenicero, salir corriendo a las tantas de la noche al bar más cercano a comprar una cajetilla de trabajo, rebuscar por los más recónditos rincones de la casa el último cigarrillo olvidado y así más o menos de diez a doce tic más que llevaba el ser fumador.
¿Merece la pena? Si, aunque a pesar de lo que dicen no te va a cambiar la vida de modo drástica y aunque tenga un poquito más de dinerillo, unos 1200 euros más al año, no vas a salir de la crisis económica. Tampoco he besado más en este año pasado y como daño colateral he engordado. ¿Cuánto? Bastante más de lo que pensaba. Ni uno, ni dos, ni tres. Por lo menos, por lo menos 10 Kilos. Y es aquí donde comienza mi nueva aventura. Ahora vendría musiquita, de esa que acompaña a los títulos de las películas. Ta , ta , chán. “La aventura de adelgazar”.


El otro día me encontraba  tranquilamente paseando por mi playa. Cuando hablo de mi playa, me refiero a la de la Victoria de Cádiz, mi vecina de vez en cuando. Bueno como decía yo me paseaba. ¡Que rara suena esa expresión!. Parece que estuviera haciendo una  cosa rara.
En fin a ver si consigo pasear. Pues estaba yo en estas, cuando de pronto sobre los muros de los edificios cercanos descubrí varios anuncios que te ofrecían adelgazar por hipnosis. ¿Por hipnosis?. ¿Por hipnosis también se adelgaza?. Inmediatamente me vino a la mente, lo del tabaco, o sea, como había yo adelgazado gracias a esta técnica. Por cierto en otros textos míos, en este blog, y durante cinco capítulos explico cómo sucedió.
Reflexionando, reflexionando , me dije. Si te funcionó lo del tabaco, quizás te funcione lo de adelgazar. Y que mejor doctora que la que te provocó la hipnosis. Aunque me guardé el papelito con el teléfono del nuevo hipnotólogo .¿Se dice así?. Que estaba anunciado en los carteles. Después  llamé a la mía de siempre, je, je. Concerté con ella una cita, que se produjo en el día de ayer.
El proceso de hipnosis para adelgazar es muy parecido al del tabaco, solo que además hay que añadir una especie de ritual, parecido a la señal de la santa cruz, repitiendo varias veces que conseguirás adelgazar. Ahora mismo como este texto es muy largo no me apetece explicarlo, pero como lo tengo que hacer casi todos los días y no se me va a olvidar en el próximo capítulo os lo explico.
Por ahora, ya ha pasado unas 24 horas. Y aunque me está costando trabajillo, llevo un día entero de comida sana. Ya he adelgazado un kilo, pero no me sorprende, llevaba tres días de intensas comilonas. Yo creo que aunque solo hubiera cerrado la boca un par de horas, hubiera adelgazado.
Ahora mismo me voy a hacer unas fotitos, con mi estado actual. Me pondré como se ponen los secuestrados por los terroristas, con el periódico del día por delante y os prometo que si esto sale bien dentro de varios meses os enseño esta foto junto con otraa que evoque el triunfo sobre el colesterol. Lo dicho. ¡Que épico!

sábado, 10 de diciembre de 2011

Por ahora voy ganando la guerra ( como dejar de fumar, parte última, al menos eso espero)

Sería sobre mayo cuando había recuperado mi nivel de nicotina habitual, aproximadamente un paquete diario. Me encontraba a punto de sucumbir, de rendirme para siempre en esta guerra, pero me reanimó, en esta ocasión, el ser práctico.


Pensé que si al fin y al cabo tenía pagado dos intentos más de dejar de fumar por hipnosis. ¿Por qué habría de desaprovecharlo? . A los pocos días le puse a la psicóloga un mensaje solicitándole de nuevo consulta. Yo no sé si fue porque cuando se paga por adelantado, el servicio, “incomprensiblemente “baja de calidad, o porque a veces internet no funciona bien. El caso es que no recibí respuesta. Podría haberme rendido, pero yo para esto soy muy mío. ¿Que no me escuchas? ¡Pues toma grito!

O sea que volví a enviarle un email una y otra vez. La verdad es que ya me encontraba bastante mosqueadillo. Comencé a recordarle en ese email, que tenía la obligación de asistirme, y parece que fue por ahí donde comenzó a rendirse. Me enviaba citas con días imposibles de acudir, y yo erre que erre. Tras esto volví a intentarlo por el móvil. Y aunque la fecha y la hora que me dio era más para dormir la siesta que para estar desfilando por un pueblo andaluz, yo acepte. Era el 22 de julio a las cuatro de la tarde. ¡Toma fresquito!

Y allí me presenté, sudadito pero puntualmente como suelo hacerlo. En honor a la verdad he de decir que me recibió muy cortésmente. Me preguntó cuando había vuelto a fumar y la razón de la causa. Yo le comenté que mi objetivo era ser fumador casual o más bien de fines de semana. Ella me dijo, muy rotundamente, que eso me sería imposible. Para un fumador antiguo y con una dosis alta de nicotina, el abrir el grifo del tabaco es volver a los mismo hábitos, ni un cigarro más y ni un cigarro menos. Por lo visto eso lo tenemos grabado en el disco duro de nuestro cerebro, y una vez se activa no se puede hacer nada para evitarlo. Y aunque esto que me dijo suena a canción, creo que es la clave de la solución: “O todo o nada”. No hay vuelta de hoja.

Ni imitaciones del hábito como cigarrillos mentolados, ni parches de nicotinas, ni menos aún este cigarrillo electrónicos que echa humo. Para ella, esto se tiene que hacer a palo seco. En ese momento a uno le entran ganas de salir cantando por los Chichos, eso que decía así: ¡Ay que dolor, ay que dolor!

Bueno pero ya puesto aquí estamos para echarle dos bemoles. Dos horas más de terapia y hasta ahora.

¿Qué si duele? Pues no. ¿Qué si engordas? Pues sí.

¿Merece la pena? Globalmente creo que sí, pero no te creas ni que te vuelves otro, ni que puedes correr 5 km sin asfixiarte. Yo sigo conviviendo con fumadores, afortunadamente casi no me molesta su presencia. No me he vuelto un histérico antitabaco. Y sigo cogiendo los mismos refriados de siempre. ¿Qué es lo mejor? Que de nuevo he vuelto a poder oler algo tan inmenso y maravilloso como es el mar.

sábado, 19 de noviembre de 2011

La primera derrota ( Como dejé de fumar 4ª parte)

Durante cuatro meses solo fumaba los fines de semana. A veces, con tal de no ser un gorrón, compraba un paquete de tabaco, fumaba 3 o 4 cigarro y cuando ya me dirigía hacia mi casa para el descanso nocturno, lo depositaba en la última papelera que me encontraba antes de llegar a mi hogar. En algunas ocasiones, como me daba pena tirar tantos cigarrillos depositaba este casi intacto paquete sobre algún lugar donde podría ser visto por otra persona más necesitada de nicotina.




Así transcurrió casi cuatro meses y yo pienso que la clave de que no fumara más consistía en no tener tabaco en mi casa. ¡Ay pero un día! Un día no tuve fuerza de dejar ese paquete en la última papelera. Pero un día me dije: Bueno, por tener el paquete de tabaco en casa no voy a fumar más. ¡Y ese día comenzó mi derrota!

Al tener tan cerca el vicio, como diría la psicóloga, caí una y otra vez. Cuando me levantaba, allí estaba para mis primeros humos. Tras el desayuno, los siguiente. Si tenía que conducir, me llevaba un par de ellos para el camino. Tras el almuerzo. Para la merienda y ya el colmo del derroche, para cuando escribí en el ordenador.

Y esos 4 o 5 cigarros semanales, se convirtieron poco a poco en 25, después en 45, tras esto en otro y otro número mayor. Aunque aún seguía engañándome en que había dejado de fumar por completo.

Aún me quedaban algunos reductos sin humo. Cuando visitaba a mis padres en su casa. Sentía que debía cumplir la promesa de que no volvería a fumar ante mis progenitores. Pero esta también se derrumbaría. El primer día, casi al amanecer, medio escondido en la azotea de mi casa, como un niño chico, volví a retomar el vicio en casa de mis progenitores. A partir de ese fomento, los cigarros se volvieron a multiplicar, que es la razón matemática que mejor dominan.

Sería mayo, cuando ya había concedido el pleno. Había retornado a la misma cantidad de cigarro que fumaba antes de la hipnosis. Y aquí, si reconocí, que había perdido esta batalla.

Tuve mis dudas, pensé rendirme para siempre de esta guerra. Pero recordé en los momentos en que casi estuve sin fumar, en lo bien que me sentí, en lo bien que olía mi casa. Fui calculador y pensé que aún me quedaba dos intentos más con la psicóloga. Los tenía pagado. ¿Por qué no volver a intentarlo? Era gratis y además durante esta primera batalla en algunos momentos parecía que el vencedor era yo. ¿Y si al final ganaba la guerra?

domingo, 25 de septiembre de 2011

La primera hipnosis (dejar de fumar 2)


Como prometí continúo explicando cómo dejé de fumar. En el anterior capítulo relataba como intente inscribirme en un centro de hipnosis que había en el Aljarafe sevillano. El problema que existía en este centro es que había que esperar unos 5 meses para asistir a consulta. A mí me pareció excesivo el periodo de espera, sobretodo porque seguro que se me quitaban las ganas. Así que me decidí a buscar otro centro, y para ello recurrí a internet.


En esta búsqueda apareció una doctora gaditana, pero que solía acudir un día a la semana a un pueblo de Sevilla cercano a la capital, e incluso era más barata y la terapia era individual, pues la otra la realizaba por grupo. Me pareció bien y concreté una cita para dentro de dos semanas. Mientras tanto me dijo que siguiera mi vida normal, fumando tal como fumaba y sin plantearme nada más.

Pasadas las dos semanas acudí a la consulta. Era una chica de unos 40 años, agradable y con bastante desparpajo. Tras entrar en la consulta, me hizo sentarme frente a ella. A partir de aquí comenzó el tratamiento. A lo primero que se dedicó la doctora fue a entrevistarme para saber cuántos cigarros fumaba al día, donde solía fumar más a menudo, cual era la razón por la que fumaba, desde cuando la hacía y algunas cuestiones más de ese tipo. Tras esto me explicó que a continuación pasaríamos a la hipnosis, pero antes me recomendó que saliera a la calle a fumarme mi último cigarro.

Esto lo hice inmediatamente, pues si de algo tenía ganas, era de fumar. Me fumé este cigarro con un ansia desesperada, hasta no dejar un solo milímetro sin encender. Pero en el fondo no me creía que fuera el último pitillo de mi vida.

Volví a penetrar en la consulta y esta vez la doctora me indicó que me tumbara sobre una camilla. Tras estar tumbado me recomendó que juntaras las manos y pusiera los brazos en vertical. Poco a poco, ella con voz suave comenzó a contar. A hablar con una voz melosa, como si fuera otra persona. He de reconocer que en el fondo me provocaba risa.

A los pocos segundos, conecto un reloj el cual tenía muy marcado el paso de los segundo. Tic-tac, tic-tac. A todo esto, la doctora con su voz melosa, exclamando: ¡Reláaajate, reláaajate! Tal como lo escribo, acentuando mucho la a. Aunque yo poco a poco me iba relajando y bajando los brazos, aún no se me terminaba de ir la risa interior. Hasta tal punto que me preguntaba que si no estaba haciendo el gilipolla allí.

Tras un cuarto de hora de relaaajate, relaaajate. La doctora se acercó hacia mí y me iluminó con una pequeña linterna. ¡Mírala fijamente! Me dijo. Y vuelta al relaajate, relaaajate.

Así, hasta casi una hora, Y yo en el fondo pensando en mi cartera, pues la había dejado en el chaquetón que tenía en otra silla, y no vaya a ser que con tanto relajo la doctora aproveche la ocasión para arrimarse algo de pasta. ¡Que mal pensado! Pero que le vamos hacer si no se me quitaba eso de la cabeza.

Cuando ya la doctora creyó que estaba relajado, comenzó a hablarme del tabaco.

Decía más o menos así: ¡Has decidido dejar de fumar y lo vas a conseguir! ¡El tabaco es un vicio asqueroso (aquí me entraba la risa)! ¡No quieres oler mas como un cenicero! Vaya como se estaba poniendo la cosa.

¡El tabaco es muy perjudicial para la salud! ¡Ese vicio asqueroso lo vas a abandonar (otra vez la risa)! Así, una y otra vez. Vamos que entraba ganas de decirle: ¿No es usted un poco pesadita? Tras una media hora con esta tarara, por fin decidió terminar la sesión. Supongo que me deshipnotiza y ya está. Ya no eres fumador. ¡Bueno si tú lo dices! Me dije para mí.

En fin, le pagué, esta vez unos 180 euros. Por cierto con estos 180, tenía derecho a dos sesiones más, por si fallaban las anteriores, siempre mientras fueran dentro de un periodo de un año. Tras pagarle me despedí, ella me dijo que dentro de un par de día me llamaría por teléfono a ver cómo iba todo. Tomé dirección hasta mi automóvil y en el camino tiré mi último paquete de tabaco. Por lo menos en teoría.

Con esto acabo el segundo relato de cómo dejé de fumar. Ya continuaré, no lo voy a dejar a medias. Lo que sí quiero aclarar, porque casi todo el mundo me lo pregunta, es que en esta hipnosis, al menos, no te duermen del todo, y por supuesto, no duele, ni nada de eso. ¡Ah! ¿Qué si funciona? Yo, por lo menos, en el día de hoy llevo dos meses sin fumar. Pero como verán en los próximos capítulos todo no fue tan fácil.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Réquiem por una foto (dejar de fumar 1)



Hace más de un año, charlando con mi amiga Natalia, me comentó que se encontraba desanimada porque una compañera de trabajo había vuelto a fumar. ¿Cómo que había vuelto a fumar? ¿Y antes? Por lo visto la muchacha años antes, en concreto tres, se había sometido a un tratamiento de hipnosis para dejar esta costumbre, y hasta entonces lo había conseguido. Para mi amiga su compañera era una heroína, y por eso ahora todo su mito se había derrumbado.


Profundizando más en el tema, me comento que la chica acudió a un tratamiento de hipnosis, y mediante una charla dejó automáticamente de fumar. Sin ningún tipo de ansiedad con respecto al tabaco continuó su vida durante ese tiempo. Hasta que un momento determinado decidió fumarse un cigarrito, y tras este, en los días sucesivos vinieron otros y otros, hasta conseguir la misma cantidad de consumo que en años anteriores.

A pesar de que mi amiga estuviera desanimada por la actitud de su compañera, para mi aquella historia me pareció el triunfo de un batalla enorme, batalla que no guerra. Estar tres años sin fumar suponía bastante tiempo de salud.

Le pregunte cuanto le había costado el tratamiento. Y me que contestó que unos 200 euros, en un centro del Aljarafe de Sevilla. Inmediatamente comencé a ejercer de calculadora. Me dije, tú te fumas alrededor de un paquete de tabaco al día, que aproximadamente cuesta unos 3 euros 25, por lo tanto esto multiplicado por 365 días al año, si es bisiesto un paquete más. En total son, y ahora voy por la calculadora, unos 1.186,25 euros. Que traducido a ilusión podría ser un buen viaje a Cuba o una estupenda máquina de fotos. A demás esta cifra había que multiplicarla por tres, pues tres son en los años que dejó de fumar. En total se había gastado en ese tiempo 3558,75 euros, más de medio millón de las antiguas pesetas. ¡Que barbaridad! ¿No? ¡Cuánto dinero desperdiciado en humo !.

Para ser exacto a ese dinero habría que restarle 200 euros que es lo que le costó el tratamiento, o sea, quedarían de superávit 3358,75 euros. ¿Y esto había sido una derrota? Pues que derrota más dulce. Además habría que añadir los beneficios para la salud, la ventaja de no tenerte que salir del bar a la calle para fumar, la mala prensa que esto tiene y que te digan que besarte es como hacerlo a un cenicero lleno de colillas.

Pues con todos estos datos, yo me dije tengo que intentarlo. Creo que merece la pena, aunque la verdad no me lo creo, no me creo que con una charlita yo deje un vicio en que llevo atrapado más de 30 años. ¿Y la foto del blog? La tendré que cambiar. Aquí parezco más intelectual. Bueno antes debo aclarar que la foto que encabeza esta entrada es que tenía yo colocada como presentación de mi imagen desde que comencé a realizar el blog, hace dos años.

En fin, abandonemos la estética y vayamos a la economía, que para eso estamos en crisis. Y si hay que cambiar la foto se cambia, se echan dos bemoles y pa delante, además esa foto es de hace dos años y yo he cambiado, aunque no sé si a mejor, je, je.

En fin que me propuse conseguir este reto. Aunque como esta entrada ha sido muy larga y también es bueno dejar algo de suspense. Mientras ustedes se lo piensan lo de dejar de fumar, yo me dedicaré a escribir las siguientes partes de esta historia. Hasta pronto

Dibuja con perspectiva

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