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miércoles, 19 de agosto de 2009

el círculo acrobático


Cuando se habla de la profesión de profesor siempre hay dos cuestiones que se suelen tratar. Una, la de días de vacaciones que tenemos. Aquí la respuesta del profesor suele ser: “Picha, pues haber estudiado tú para esto”. La segunda cuestión es las anécdotas que nos suceden.

Pues bien, no hablaré de la primera cuestión, porque nos podríamos llevar horas discutiendo sobre el tema. Más bien haré un pequeño repasito sobre algunas anécdotas que me han ocurrido o he escuchado de otros compañeros y compañeras.

La primera anécdota la podríamos titular “el espíritu de la contradicción” . Esta me ocurrió a mí personalmente. En aquel periodo de tiempo yo estaba impartiendo clases en un instituto del Aljarafe sevillano. Ejercía como tutor de un “traviesillo “curso de cuarto de educación secundaria.

Una tarde se me presentó el padre de un alumno de este curso para preguntarme por el rendimiento académico de su hijo. El señor tenía como profesión la de guardia civil. Tanto su aspecto físico como su actitud se correspondían perfectamente con el arquetipo que de estos profesionales hemos tenido. Carácter fuerte, mirada recia y voz áspera y contundente.

Después de un largo rato de charla, comentamos el parecido entre su profesión y la mía. El señor comenzó comentando lo difícil que era nuestra profesión, lo mal que se portaban los alumnos, y en definitiva, que poca vergüenza tienen la mayoría. Proponía que en el caso de que un alumno se extralimitara ,la mejor solución para él, sería darle unos buenos guantazos. Que si él fuera profesor anda que no iba a pegar hostias.

A todo estos solo me quedó responderle con una sonrisa, tampoco era cuestión de llevarle la contraria, con el carácter que usaba. Para terminar su sugerente comentario, apostilló una última frase ocurrente y contradictoria. Dijo: “Si yo fuera profesor al primero que se pasara lo iba a rellenar de guantazos, eso sí, como a mi hijo le den uno, vengo al instituto y le pego al profesor una paliza que se va a acordar para toda la vida”. En fin las hostias eran solo para los demás. ¡Que mal distribuía este hombre!

Muchas de las anécdotas que ocurren en los centros se basan en la ignorancia cultural de los alumnos. Yo he oído comentar a una profesora de religión que mientras ella les proyectaba a los alumnos una diapositiva de la última cena de Jesucristo un alumno le hizo esta siguiente pregunta. “¡Profe!. ¿Quiénes son esos colegas que se están pegando un atracón?

También hay ignorancia geográfica, como preguntar por donde pasa el Guadalquivir, estando situado el rio a cien metros y viéndose incluso por la ventana de la clase. También se ha dado el caso de una alumna que se llamaba África y enterarse que este es también el un nombre de continente, después de catorce años llevando este título.

Hay alumnos que poseen tal ignorancia, que cuando les pregunta que de donde vienen las aceitunas, te dicen que de las latas.

Uno de los casos más gracioso me sucedió en un instituto de Chiclana. A un alumno le encargué un trabajo que tenía retrasado por haber estado enfermo. Como soy profesor de dibujo le había recomendado que me realizara un círculo cromático, una especie de paleta donde se mezclan los colores consiguiendo otros tonos nuevos. Pues cuando llegó el día de la entrega del ejercicio el alumno no me lo puedo presentar, argumentando una vaga excusa. En los siguientes días me negué a recogérselo por falta de puntualidad. Pues bien, me llevé dos semanas huyendo del alumno, porque este pretendía que aún se lo aceptara. Me lo encontraba por los pasillos, en la sala de los profesores, en la cafetería, y hasta en el recreo, y siempre me decía lo mismo, mientras en una mano portaba el ejercicio. :” Maestro, maestro. ¿Cuándo me vas a puntuar el círculo “acrobático?".

1 comentario:

  1. O las "Mininas" de Velázquez, la "coordinación" adictiva... ¡qué ignorancia más supina! Menos mal que estamos nosotros aquí para arreglar este desaguisado. Un beso.

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