bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

lunes, 3 de agosto de 2009

En la calle el río


Yo nací cuando la riada del Tamarguillo. Suceso que todos los sevillanos mayores recordaran sin duda. Sevilla en aquellos días del año 1961 se vio inundada por el desbordamiento del arroyo Tamarguillo, varias personas murieron en aquel primer incidente. Para aliviar a las familias se organizó un festival benéfico, con tan mala suerte que una avioneta que volaba sobre público se desplomó sobre este , matando a unas cuantas personas más.
No acabaron en este momento las desgracias, sino que al día siguiente cuando se celebraban los funerales por las victimas del último suceso, fueron tantas personas al cementerio sevillano , que la verja de hierro forjado de la puerta del camposanto, se derrumbó, provocando el aplastamiento de algunos individuos más.
Como comprenderán yo no tengo la culpa de estos incidentes, solo que coincidió mi venida al mundo con estos infaustos momentos. Aunque yo también arme de las mías.
Antiguamente la mayoría de los niños nacíamos en nuestras casas, yo no iba a ser menor. Cuando las madres estaban a punto de parir se llamaba a la comadrona y esta se presentaba de inmediato en la respectiva vivienda. Pues bien, recién parido, fui colocado en lo alto de una mesa camilla, con tan mala suerte que la ropa de camilla se incendió con el bracero de picón que se encontraba debajo. Tuvimos que salir todos hacia la calle para que el incendio no nos asfixiara. Como ven mis comienzos fueron prometedores.
Como he dicho anteriormente yo tuve la suerte de nacer en mi casa. En mi casa de la calle “el rio” que es como se llamaba popularmente. Mientras nacía las aguas del Gualquivir casi bañaban mi portal llamándose la calle de esa manera no es de extrañar. Lora , en aquellos días , también se inundó .
Más tarde me enteré que el nombre de mi calle era Lope de Vega, por cierto muy buen escritor, pero un pelotilla y una persona un poco chunga y pendenciera.
Yo desde aquí le quisiera pedir a mi ayuntamiento que el nombre de mi calle vuelva a ser el de siempre. “Calle el río”. Que nombre más llano y más bonito, más simple y más bello. Y ya que no tenemos puesto el rótulo de la calle en ningún lugar, que provechen esa coyuntura y le demos un homenaje a ese que durante tanto tiempo nos ha repartido su compañía , el río, el río grande, nuestro Guadalquivir.

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