Mira que nunca me habían gustado. Pero con los derrotados siempre me sucede lo mismo, me dan una enorme lástima. Y eso que no eran nada estéticas. Solían ser como un símbolo de distinción. Un símbolo que me ayudaba a distinguir quien tenía buen o mal gusto.
Por cientos de casa se encontraban repartidas, y siempre era un recurso fácil para un niño aburrido. Daba igual que traje que llevaran, siempre resultaban enormemente soez y horteras. Algunas las había comprado la dueña de la casa, pero otras te la traía una prima que había ido a Torremolinos de turismo. Otras te habían tocado en la tómbola después de tentar decenas de veces a la suerte.
Todas eran morenas, de estrecho talle y caras de estreñidas. Fieles acompañantes, nunca te abandonaban, ni siquiera en los momentos menos alegres. Compañeras infalibles del torito.
¿A que lugares inaccesibles marcharás después de que la pantalla plana te robara tu sitio?
Por cientos de casa se encontraban repartidas, y siempre era un recurso fácil para un niño aburrido. Daba igual que traje que llevaran, siempre resultaban enormemente soez y horteras. Algunas las había comprado la dueña de la casa, pero otras te la traía una prima que había ido a Torremolinos de turismo. Otras te habían tocado en la tómbola después de tentar decenas de veces a la suerte.
Todas eran morenas, de estrecho talle y caras de estreñidas. Fieles acompañantes, nunca te abandonaban, ni siquiera en los momentos menos alegres. Compañeras infalibles del torito.
¿A que lugares inaccesibles marcharás después de que la pantalla plana te robara tu sitio?
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