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viernes, 7 de diciembre de 2012

La vida es una tómbola

Como prometí en otra entrada aquí estoy para comentar otras de las fotos que aparecen en la promo de Telelora.


Transcurriría la mitad de los años sesentas cuando no me acuerdo porque motivo desembarcaron en casa de mi tía Consuelo y mi tío Sebastián alrededor de unas 200 muñecas todas ellas en curitate. A cualquier otro niño le hubiera extrañado esta invasión tan muñequil. A mí tras pasarme días y días en esa casa tan peculiar de mis tíos, lo veía de lo más normal. Tened en cuanta que hacía pocos meses que mi tío Sebastián apareció con trescientas docenas de botones, cada cual de ella más hortera, aunque lo de hortera no se decía en aquella época, para ser exacto los llamaríamos ordinarios. También varias semanas antes nos trajo 300 barajas de cartas francesas. Mi tío Sebastián era así, se dedicaba a recopilar todas las cosas que los demás ya no queríamos o porque habían pasado de moda o porque les costaba muy barata y luego presumía de su precio. Pero dejemos por ahora a mi tío que por sí solo merecería un libro entero. Vayámonos ahora con su esposa.

Su esposa era mi tía Consuelo, hermana de mi abuelo Curro y uno de los personajes que aparecen en esta foto. Es la señora que se muestra más a la derecha y de perfil. Mi tía Consuelo tenía la cualidad de estar metidas en todas las movidas, por cierto en aquellos años tampoco se sabía lo que era una movida, más bien se decía los embrollos, líos, saraos,asuntos y hechos similares que estuvieran relacionados con una hermandad, un acto social o cualquier evento en que pudiera estar de las primeras y ser vista. Fue camarera de nuestra patrona y de la hermandad de Jesús. Solía pedir con un cestito en la iglesia mientras se desarrollaba la misa y yo no sé si por caridad o por vanidad, pero ella siempre estaba allí, al pie del altar por no decir del cañón.

La otra persona reconocible en la foto y que está junto a la anterior, es mi tía Aurora, primahermana de mi padre y antigua secretaria del instituto Guadalquivir.



Pues como decía en aquellos días aparecieron ciento de muñecas desnudas en la casa de mis tíos. ¿Con que finalidad? Pues precisamente la contraria, o sea vestirlas. ¿Para tapar sus indecencias? Aunque hubiera sido un fin muy “pio” no era esa la primera intención, sino hacerlas rifar ya vestiditas en una tómbola. Y aunque los niños lo primero que le gusta hacer con una muñeca es desvestirla, para ese hedonista placer tiende que ser antes abrigadas. ¿Por qué si no que les vas a quitar? ¿Virutas de plástico con un cúter?

Durante varias semanas numerosas mujeres se concentraron en casa de mis tíos. Y cose que te cose consiguieron vestir a tan desoladas señoritas. A los pocos días en la plaza de Andalucía, que anteriormente tampoco se llamaba así, sino algo relacionado con el franquismo cuyo nombre prefiero olvidar, montaron unos operarios una pequeña tómbola y allí se expusieron todas las muñecas para ser sorteadas.

Aunque no me acuerdo con que motivo montaron la tómbola, sospecho que algo relacionado con la hermandad de la virgen de Setefilla, patrona de Lora, si rememoro el gran colorido que mostraban todas las muñecas en su conjunto. Lástima que la foto sea en blanco y negro.

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