Principio de año, tiempo de buenos propósitos. Los dos más usuales suelen ser intentar adelgazar y dejar de fumar.
Después del atracón de comida de estas pasadas fiestas, el que más o el que menos ha engordado un par de kilos. Y fíjate que ahora tenemos que subir la cuesta de enero y todos con las barrigas llenas. ¡Ay que sofoco!
Después viene lo dejar de fumar, aunque para eso vamos a tener ayuda gubernamental. Dentro de muy poco no se podrá fumar en ningún sitio cerrado, supongo que público, porque cualquier día te impiden fumar en la cocina de tu casa. Porque eso de prohibir se está poniendo de moda.
Yo por mi empezaría por prohibir las balas, los maltratos, las ofensas, los especuladores, los pesimistas, los aburridos, los “buenas gentes”, los criticones. Pero como esto es imposible pues nos conformaremos con hacer abdominales y morirnos de frío en la calle mientras fumamos un cigarrito.
Ah por cierto, también conozco a gente, que hace malos propósitos para principio de año. Yo tenía una amiga que cada vez que se iniciaban estos días se proponía ser aún más mala. Por lo visto, tenía una visión de sí misma cercana a la santidad. Pensaba que malgastaba su vida derrochando bondad. Espero nunca saber si consigue su propósito.
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