bienvenidos

Bienvenidos aquellos que saben valorar una sonrisa. Bienvenido los que saben sobrellevar con humor los problemas. Los que saludan por la calle. Los que saben disfrutar de un rato de charla.
Bienvenido los que saben dialogar y respetar al contrario. Bienvenidos los que defienden sus pensamiento, sus deseos y sus locuras siendo tolerantes.
Bienvenidos los que saben reirse de si mismo y los que saben encontrar algo positivo en un mal momento. Los que disfrutan del mar y de la cervecita, de la compañía de los amigos y de la libertad de ser cada uno diferente pero iguales.
Bienvenido al fín, todo aquel que sepa aprovechar el don de la vida.

miércoles, 8 de julio de 2009

el representante



Últimamente los medios de comunicación son terriblemente imparciales. No se dedican a informar sino a opinar. Sin ningún disimulo arriman el ascua a su sardina, y si de paso le dan un coscorrón al rival ideológico, mejor que mejor. A mí me parece una falta de ética periodística, pero en fin, solamente es un reflejo más de la falta de ética en todos los aspectos de la sociedad actual.
A razón de esto quiero contar una anécdota que refleja claramente este síntoma. La suele contar mi padre y creo que es uno de los mejores ejemplos de cómo de una pequeña historia, se puede sacar una conclusión clara y concisa.
Esta pequeña historia ocurrió en un pueblo cualquiera de nuestra piel de toro. Pienso que no es importante el lugar, así que cada uno la aplique al sitio que mejor le convenga. El protagonista de nuestra historia tenía como oficio viajante de comercio. El buen señor era uno de las miles de persona que se dedican a este oficio todos los días y conocen perfectamente lugares y carreteras.
Su área de trabajo se extendía por numerosos pueblos de la provincia. Por lo tanto nuestro nombrado representante continuamente estaba trasladándose de un pueblo a otro, y conociendo indirectamente toda la actividad social, laboral, etc., de estos sitios.
Un buen día nuestro protagonista se tuvo que quedar a dormir en uno de estos pueblos. El coche se le había averiado y hasta el día siguiente no podía contar con él. Después de cenar salió a dar una vuelta por el pueblo, esperando encontrar alguna diversión que disipar su aburrimiento. Poca diversión había en aquel lugar y lo único que le llamo la atención, fue que en esa noche y en el pabellón municipal había un mitin del presidente autonómico de esta comunidad.
No es que nuestro aburrido representante tuviera una acentuada ideología política, y no es que fuera amante de la oratoria, pero al menos estará entretenido , además detrás del discurso del político se ofrecía una actuación de los Mojinos Ezcocios, y al menos eso si prometía ser divertido.
Con decisión se dirigió hacia el lugar donde se celebraba el acto. Se acomodó en una silla cerca de un grupo de seguidores del partido que daba el mitin y se dispuso a escuchar la oratoria del líder.
A todo esto, debo decir, que nuestro protagonista, tenía la buena o mala costumbre, de comentar en voz alta todo lo que pensaba.
Al momento el jefe del partido comenzó a desarrollar su discurso, comentando una y otra vez los logros conseguidos bajo su mandato.
Empezó diciendo: “En el pueblo de al lado hemos construido un pabellón de los deporte con capacidad para 2000 personas”.
Al escuchar esto nuestro protagonista, dada su mala costumbre, comento en voz alta, pero para sí mismo: “Pues eso es mentira, en el pueblo de al lado solo han construido una mala cancha de baloncesto, yo lo sé porque he estado allí hace poco”.
El líder del partido continuó exponiendo su discurso de la siguiente manera: “Y en el pueblo de mas allá hemos construido un ambulatorio dotado del los más modernos y mejores aparatos para realizar diagnósticos”.
El representante seguía comentando en voz alta: “Pues vaya, eso es mentira, ayer estuve yo allí, y lo único que había era una pequeña consulta que hasta le faltaban las tiritas”.
Así continuó el orador y de la misma manera que antes siguió nuestro amigo. Poco a poco con sus comentarios, fue llamando la atención de uno de los componentes del grupo de seguidores de partido.
Por fin, terminó el líder exponiendo uno de sus últimos logros, decía así: “Entre el pueblo de arriba y este de abajo hemos transformado una vieja y maltratada carretera en una espectacular pista, dotada de arcenes y perfectamente señalizada”
De repente nuestro representante reflexionó en voz alta de esta manera: “Eso si que no. Yo he pasado esta mañana por esa carretera y estaba tan llena de baches que mi coche se ha roto por eso”
Ya irritado el seguidor del partido que llevaba un rato observando al viajante, no pudo contener su rabia y dirigiéndose a nuestro amigo con una voz rotunda y llena de fanatismo le gritó estas palabras: “Lo que usted tiene que hacer es viajar menos y leer mas el periódico”.

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